Con el Sortero Superior No. 2699, cuyo premio mayor de 17 millones de pesos fue para el billete 53289, la Lotería Nacional celebró la noche de este 15 de enero a la Zona Arqueológica de Chichén Itzá, bajo custodia del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), como parte de la conmemoración nacional de 2021, “Año de la Independencia y la Grandeza de México”.
El premio mayor celebró con dos series a este sitio emblemático de Yucatán: la primera fue dispuesta para su venta a través de medios electrónicos, y la segunda, remitida para su comercialización a Tepic, Nayarit.
El segundo premio, de un millón 440 mil pesos, fue para el billete número 31852, siendo su primera serie remitida para expenderla en la Ciudad de México, al local número 743; la segunda fue dispuesta para su venta en La Paz, Baja California Sur. Se entregaron cuatro premios de 275 mil pesos y cuatro más de 144 mil, así como diez de 90 mil; los reintegros fueron para los números terminados en 9 y 2.
Inscrita en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1988, la Zona Arqueológica de Chichén Itzá, fue difundida a través de dos millones 400 mil cachitos, distribuidos en todos los estados del país, con la imagen de la representativa construcción piramidal conocida como El Castillo.
Sobre esta edificación prehispánica, el coordinador nacional de Arqueología del INAH, Pedro Francisco Sánchez Nava, explicó que, entre otras funciones, fue utilizada por los antiguos mayas como observatorio para fijar un referente en el horizonte y así determinar el ciclo agrícola, conocimiento del que dependía su sustento.
Chichén Itzá, que significa “en la orilla del pozo de los itzáes o los brujos del agua”, tuvo una larga ocupación de casi dos mil años, entre los años 300 y 200 antes de nuestra era, y hasta el siglo XVI. Sin embargo, refirió, su apogeo se dio en el siglo IX d.C., cuando fungió como capital de una amplia región del centro-norte de Yucatán.
Su gran cancha de Juego de Pelota, el Tzompantli, El Caracol u Observatorio, el Templo de los Guerreros son, junto con El Castillo, las principales estructuras de este asentamiento prehispánico. Este último, está compuesto por nueve cuerpos de paramentos inclinados, escalinatas y alfardas en sus cuatro lados, y coronado con un templo de cuatro accesos. Su fachada principal es la norte, con alfardas asociadas a cabezas de serpiente.
Poco antes de la llegada de los conquistadores europeos, ese templo y el Cenote Sagrado seguían siendo lugares de peregrinación, ofrecimiento y sacrificio. En 1528, Francisco de Montejo intentó construir un asentamiento en la antigua ciudad, pero desistió de su propósito tras los ataques de los indígenas mayas; tres siglos después, y hasta entrado el siglo XX, fue visitado por viajeros como John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood, quienes fueron registrando su grandeza, así, Chichén Itzá acumula casi 150 años de exploraciones.
Desde finales de la década de 1920 y hasta el día de hoy, el INAH ha realizado trabajos de mapeo, excavación, restauración, mantenimiento y puesta en valor de este sitio “que nos sigue maravillando”.
Pedro Francisco Sánchez Nava, quien junto con el experto esloveno Iván Šprajc, ha realizado mediciones arqueoastronómicas en una buena cantidad de edificios mesoamericanos del país, aprovechó la ocasión para desmitificar que el juego de luces y sombras en El Castillo sobre la balaustrada norte —conocido como “bajada del dios Kukulcán” —, que ocurre durante los equinoccios de primavera y otoño, guarde relación con el plan arquitectónico del edificio: “En la arquitectura maya no se han encontrado orientaciones que puedan relacionarse con estos eventos astronómicos.”, concluyó.