Su análisis estilístico hace notar una alta presencia de diseños geométricos; algunos sitios presentan manifestaciones rupestres en franjas rocosas de hasta 1.5 kilómetros de extensión.
El vasto territorio que media entre las localidades de San Quintín y El Rosario, en Baja California, alberga los vestigios de numerosos campamentos costeros, conocidos como concheros, dejados por cazadores-recolectores y pescadores que habitaron esta península en tiempos remotos. Aunque por mucho tiempo se reportó la ausencia de abrigos con manifestaciones gráfico-rupestres en esa región, investigaciones recientes del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) han conseguido registrar 16 sitios con petrograbados.
Así se dio a conocer, vía remota, durante la jornada inaugural del II Coloquio virtual ‘Boca de Potrerillos’ sobre investigación, conservación, protección y gestión de sitios con manifestaciones gráfico-rupestres, organizado por el Centro INAH Nuevo León, el cual sesiona a las 17:00 horas, hasta el próximo 29 de enero, en el canal de INAH TV en YouTube.
Tras los comentarios de apertura por parte del coordinador nacional de Arqueología del INAH y del organizador del encuentro académico, Pedro Francisco Sánchez Nava y Moisés Valadez Moreno, respectivamente, la ponencia titulada El león no es como lo graban. Gráfica rupestre en El Rosario, Baja California ahondó en los nuevos registros.
Durante esta conferencia virtual, hermanada con la campaña “Contigo en la distancia”, de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, se rememoraron la serie de acciones emprendidas desde 2019, tanto en campo como en gabinete, para conocer a mayor detalle el universo de petrograbados que existe en esta parte del septentrión mexicano, misma que incluye el registro de cada sitio ante el instituto, el análisis inicial de su estado de conservación y el estudio estilístico de cada elemento gráfico en ellos.
Las arqueólogas adscritas a los Centros INAH Baja California y Querétaro, Enah Fonseca Ibarra y Fiorella Fenoglio Limón, respectivamente, comentaron que al principio la expectativa era visitar seis sitios con petrograbados, no obstante, el diálogo con informantes locales y su apoyo, permitió ubicar una decena más.
Con la colaboración de especialistas como el biólogo de la asociación civil Terra Peninsular, Héctor Sánchez, oriundo de El Rosario —situación que, dijeron, coadyuvó a facilitar las gestiones con los propietarios de los terrenos—, se hizo el reconocimiento de los sitios arqueológicos y de su contexto natural inmediato.
La particularidad que se halló fue una marcada diferencia entre las fronteras estilísticas de las manifestaciones gráfico-rupestres. Así, mientras que en las regiones académicamente llamadas como ‘La Rumorosa’ y ‘Gran Mural’ —al norte y al sur de Baja California— predominan los elementos antropomorfos, en el área de San Quintín-El Rosario, donde se identifica la tradición denominada ‘Abstracto Septentrional’, los petroglifos contienen, en lo general, diseños geométricos y, en lo particular, curvilíneos, los cuales se han situado en la región hacia 3000 años antes del presente.
Uno de los sitios más profusos en elementos, expusieron las investigadoras, es el llamado ‘Pintas de Cruz’, donde se reconocieron agrupaciones de rocas grabadas a lo largo de una franja de hasta 1.5 kilómetros.
Asimismo, se estudiaron petrograbados con amplio arraigo en la región, como un pequeño dibujo que popularmente se denomina ‘La Codorniz’, el cual está plasmado en una roca y en la que las especialistas del INAH reconocieron tres grabados más que habían pasado desapercibidos para los pobladores.
Cabe destacar que una muestra de la sinergia lograda por este proyecto de investigación con los informantes locales es que ellos mismos eligieron los nombres para cada uno de los 16 sitios registrados por el instituto.
Así, finalizó Fiorella Fenoglio, un propietario en cuyo terreno se identificaron tres agrupaciones de rocas grabadas, nombró a cada una de ellas como: ‘La Niña’, ‘La Pinta’ y la ‘Santa María’.