En un país como México, donde hay desigualdades, la investigación social y la formación de profesionales en ciencias sociales y humanidades es un asunto ineludible y de primera necesidad, ya que estas disciplinas han sido determinantes para influir y ubicar en la agenda pública temas específicos, como la importancia y retos del envejecimiento, migración interna o las desigualdades socioeconómicas, entre otros temas, consideraron especialistas.
En la mesa de análisis “Las ciencias sociales y la universidad pública”, organizada como parte de la celebración por los 90 años del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM, Humberto Muñoz García, investigador emérito de la entidad –quien moderó el encuentro–, dijo que el pensamiento social sirve para conducir el destino de las naciones, incluyendo lo que seguirá de la pandemia.
Lorenza Villa Lever, también integrante del IIS, añadió que las ciencias sociales son fundamentales en los tiempos de crisis, como expresó la UNESCO. Se trata de disciplinas en movimiento y cuyo desarrollo está en estrecha relación con la metamorfosis de las sociedades.
Globalización, crisis económicas, problemas de violencia, migraciones masivas internacionales, desigualdades y pobreza, diversidad de identidades de género y étnico-raciales, irrupción de las tecnologías digitales y de comunicación en la vida social, así como la COVID-19, plantean retos a las ciencias sociales que suscitan la emergencia de nuevos temas e inquietudes intelectuales, que las confrontan y les exigen mayor complejidad a sus explicaciones, refirió.
La experta mencionó que las disciplinas que más investigadores congregan dentro del área de ciencias sociales en el Sistema Nacional de Investigadores, son: sociología (29 por ciento) y ciencias económicas (27 por ciento); les siguen ciencia política (15 por ciento) y derecho (12 por ciento). Del total de académicos que se dedican a esos campos del conocimiento, 62 por ciento labora en entidades públicas.
En las universidades públicas, estatales y federales es donde se concentra la mayoría, dos tercios, de los integrantes del Sistema; los centros públicos de investigación congregan 13.5 por ciento, y las universidades privadas 10.1 por ciento, añadió Villa Lever.
La tendencia centralizadora que privilegia a esa región del país se suavizó; sin embargo, en comparación, aún hay zonas con presencia marginal de estas ciencias, así se muestra en la distribución de los estudiantes entre instituciones de educación superior, en el crecimiento de la matrícula en programas de licenciatura, porcentajes de investigadores y la manera como se distribuye el monto de los recursos destinados al área, refirió.
A su vez, Silvia Giorguli Saucedo, presidenta de El Colegio de México, afirmó: es claro que la pandemia destacó la importancia de la investigación, sobre todo biomédica y de las ciencias “duras”, por lo que ahí hay un trabajo para posicionar y visibilizar la importancia de las ciencias sociales durante la emergencia sanitaria y lo que viene después, mediante trabajos referentes a diagnósticos de los impactos diferenciados de la pandemia en la población, dinámicas familiares, mercados de trabajo, gestión de la salud, etcétera.
“Enfrentamos el reto de actualizar la agenda de investigación en ciencias sociales y de visibilizar su contribución e importancia para el momento que estamos viviendo, tanto por el carácter descriptivo y explicativo que se hace desde esas ciencias, como en términos de mantener un diálogo con los responsables de las políticas públicas”, subrayó.
Las ciencias sociales colocaron temas en la agenda pública que se derivan en gran parte de estudios con carácter diagnóstico, descriptivo, pero también buscan explicar el origen y persistencia de algunos fenómenos, como la desigualdad.
Giorguli Saucedo aseveró: “es necesario que los científicos sociales nos comuniquemos con otras comunidades fuera de nuestras áreas, y tener un esfuerzo claro de divulgación o difusión del conocimiento que se adapte a las nuevas formas de comunicación”.
Después de la pandemia, además, se abre un espacio de reflexión en torno a los retos de la universidad pública, como el impacto de la situación que vivimos en la docencia, por ejemplo, en la formación de una generación de científicos sociales, estudiantes de maestría, por mencionar un caso, quienes habrán cursado dos o tres de un total de cuatro, en línea. Hay que pensar en el impacto que eso va a tener en su formación, o bien, el hecho de que en la investigación está detenido el trabajo de campo y de archivo.
Para Simón Schwartzman, del Instituto de Estudos do Trabalho e Sociedade (IETS), de Brasil, el carácter siempre cambiante de los hallazgos y recomendaciones de las ciencias sociales en temas de políticas públicas, hace esencial el papel de esos científicos, como intelectuales públicos.
Nosotros podemos tener buenas respuestas sobre cómo organizar sistemas de salud, una red de escuelas, o un sistema político más equitativo y eficiente, pero nada de eso se puede hacer si no hay participación de los sectores de la sociedad, aclaró.
Los científicos sociales tienen la responsabilidad de participar activamente de la construcción social de las diferentes políticas. Entonces, juegan el papel de investigación y de participación.
En sus diversas corrientes, las ciencias sociales siempre tuvieron como preguntas centrales los temas de pobreza, desigualdad, explotación u opresión. Hoy, los grandes tópicos, como la salud pública, el desarrollo económico, y cada vez más los ambientales, son prioritarios y necesitan de las ciencias sociales para seguir adelante.
Estas disciplinas no pueden limitarse a ser un instrumento de denuncia de problemas, como la desigualdad; tienen la cara de la investigación, pero también de la participación. Y ambas son importantes, concluyó el científico social brasileño.