En la tradición prehispánica, el tlacuache, al igual que el titán Prometeo en la mitología griega, roba el fuego para la humanidad. En analogía, el suplemento cultural que edita la representación en Morelos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), bajo el nombre de este marsupial, a lo largo de 20 años ha tomado y difundo el conocimiento sobre la historia de esta entidad.
Para celebrar las dos décadas de El Tlacuache, el Centro INAH Morelos ha preparado una serie de actividades, a iniciar el próximo 1 de julio, como conversatorios, conferencias, la edición del número especial del suplemento y un balance de este quehacer de divulgación cultural.
El fundador y miembro del consejo editorial de la publicación, Luis Miguel Morayta Mendoza, informó que también se organiza una exposición itinerante de 14 pendones con las portadas de algunos números, la cual iniciará su recorrido en el Centro INAH Morelos, para después ir a otros espacios estatales de trabajo del Instituto, y terminar en el Museo Regional Cuauhnáhuac. Asimismo, adelantó que para octubre, el número 1000 de la publicación también será temático.
El antropólogo recordó que en los inicios de este proyecto editorial, junto con su colega Francisco Javier Guerrero Mendoza, se gestionó la publicación de El Tlacuache en el periódico La Jornada Morelos, el cual lo incluyó en sus suplementos dominicales. Posteriormente, se colaboró con El Sol de Cuernavaca, hasta que surgió la posibilidad de que el Centro INAH Morelos lo editara en versión digital y se albergará en el portal electrónico de la institución (https://bit.ly/3xdI5tM), además, de contar con una página en Facebook.
El semanario, refirió Morayta Mendoza, nace para comunicar aspectos del patrimonio histórico y antropológico del estado, de manera más accesible al público en general, información que en muchos casos es producto de los estudios de los especialistas del Centro INAH Morelos y de otras instituciones.
“En este trayecto, la participación de las comunidades ha sido gratificante; cronistas o algún poblador que quiere contar algo que considere importante de su comunidad y desee que se conozca, han enviado sus textos para su publicación”, mencionó.
Así, se han logrado difundir, desde distintas visiones, temas como los daños del sismo de septiembre de 2017 o la contingencia sanitaria de la COVID 19, además de contenidos de corte arqueológico, antropológico, histórico, etnográfico, entre otros.
El camino, dijo, no ha sido fácil. En estos 20 años se han enfrentado retos como lograr una prolongada permanencia, y publicar semanalmente un número. “Hemos tenido que adecuarnos a las nuevas formas de comunicar e informar, por ejemplo, pedimos a los colaboradores textos acordes a los nuevos lenguajes utilizados en el internet y en las redes sociales”, explicó el antropólogo al destacar que uno de los mayores logros del suplemento es coadyuvar a que la gente conozca parte de su patrimonio, lo quiera, respete y ayude a conservarlo.
La arqueóloga Giselle Canto Aguilar, otra de los pilares de la publicación, resaltó la importancia de adaptar los lenguajes científicos a un público general, “lo cual es todo un reto, pues tomamos en cuenta desde el vocabulario técnico a los modismos locales, siempre fundamentando la información que se comparte”.
Para la integrante del consejo editorial, junto con el antropólogo Morayta Mendoza, el biólogo Eduardo Corona Martínez, el arqueólogo Raúl González Quezada y la antropóloga social Tania Ramírez Rocha, en 20 años, uno de los mayores logros es la conexión de los investigadores con las comunidades, “pues no se trata de científicos apartados en una torre de marfil, que solo presentan sus resultados en congresos académicos o en las grandes revistas científicas”.
Por su parte, Eduardo Corona, quien ingresó al proyecto en 2009, aseguró que se trata de uno de los suplementos culturales más antiguos del INAH, de los primeros del Instituto en publicar información sobre etnobiología y patrimonio biocultural, al igual que paleontología.
Por último, compartió que, en 2014, por su calidad y características de innovación, la publicación recibió el Premio al Mérito Estatal de Investigación, en la categoría de Divulgación y Vinculación, galardón que hace honor a su labor creativa, la cual ha dado fruto en los dos mil 462 artículos publicados hasta 2020.
En la tradición prehispánica, el tlacuache, al igual que el titán Prometeo en la mitología griega, roba el fuego para la humanidad. En analogía, el suplemento cultural que edita la representación en Morelos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), bajo el nombre de este marsupial, a lo largo de 20 años ha tomado y difundo el conocimiento sobre la historia de esta entidad.
Para celebrar las dos décadas de El Tlacuache, el Centro INAH Morelos ha preparado una serie de actividades, a iniciar el próximo 1 de julio, como conversatorios, conferencias, la edición del número especial del suplemento y un balance de este quehacer de divulgación cultural.
El fundador y miembro del consejo editorial de la publicación, Luis Miguel Morayta Mendoza, informó que también se organiza una exposición itinerante de 14 pendones con las portadas de algunos números, la cual iniciará su recorrido en el Centro INAH Morelos, para después ir a otros espacios estatales de trabajo del Instituto, y terminar en el Museo Regional Cuauhnáhuac. Asimismo, adelantó que para octubre, el número 1000 de la publicación también será temático.
El antropólogo recordó que en los inicios de este proyecto editorial, junto con su colega Francisco Javier Guerrero Mendoza, se gestionó la publicación de El Tlacuache en el periódico La Jornada Morelos, el cual lo incluyó en sus suplementos dominicales. Posteriormente, se colaboró con El Sol de Cuernavaca, hasta que surgió la posibilidad de que el Centro INAH Morelos lo editara en versión digital y se albergará en el portal electrónico de la institución (https://bit.ly/3xdI5tM), además, de contar con una página en Facebook.
El semanario, refirió Morayta Mendoza, nace para comunicar aspectos del patrimonio histórico y antropológico del estado, de manera más accesible al público en general, información que en muchos casos es producto de los estudios de los especialistas del Centro INAH Morelos y de otras instituciones.
“En este trayecto, la participación de las comunidades ha sido gratificante; cronistas o algún poblador que quiere contar algo que considere importante de su comunidad y desee que se conozca, han enviado sus textos para su publicación”, mencionó.
Así, se han logrado difundir, desde distintas visiones, temas como los daños del sismo de septiembre de 2017 o la contingencia sanitaria de la COVID 19, además de contenidos de corte arqueológico, antropológico, histórico, etnográfico, entre otros.
El camino, dijo, no ha sido fácil. En estos 20 años se han enfrentado retos como lograr una prolongada permanencia, y publicar semanalmente un número. “Hemos tenido que adecuarnos a las nuevas formas de comunicar e informar, por ejemplo, pedimos a los colaboradores textos acordes a los nuevos lenguajes utilizados en el internet y en las redes sociales”, explicó el antropólogo al destacar que uno de los mayores logros del suplemento es coadyuvar a que la gente conozca parte de su patrimonio, lo quiera, respete y ayude a conservarlo.
La arqueóloga Giselle Canto Aguilar, otra de los pilares de la publicación, resaltó la importancia de adaptar los lenguajes científicos a un público general, “lo cual es todo un reto, pues tomamos en cuenta desde el vocabulario técnico a los modismos locales, siempre fundamentando la información que se comparte”.
Para la integrante del consejo editorial, junto con el antropólogo Morayta Mendoza, el biólogo Eduardo Corona Martínez, el arqueólogo Raúl González Quezada y la antropóloga social Tania Ramírez Rocha, en 20 años, uno de los mayores logros es la conexión de los investigadores con las comunidades, “pues no se trata de científicos apartados en una torre de marfil, que solo presentan sus resultados en congresos académicos o en las grandes revistas científicas”.
Por su parte, Eduardo Corona, quien ingresó al proyecto en 2009, aseguró que se trata de uno de los suplementos culturales más antiguos del INAH, de los primeros del Instituto en publicar información sobre etnobiología y patrimonio biocultural, al igual que paleontología.
Por último, compartió que, en 2014, por su calidad y características de innovación, la publicación recibió el Premio al Mérito Estatal de Investigación, en la categoría de Divulgación y Vinculación, galardón que hace honor a su labor creativa, la cual ha dado fruto en los dos mil 462 artículos publicados hasta 2020.