A cuatro años de los sismos de 2017, Puebla, una de las entidades del país que mayores afectaciones tuvo en su patrimonio cultural, registra avances constantes en la recuperación de su legado histórico, gracias a los esfuerzos de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
De los 621 monumentos históricos registrados con daño, ubicados principalmente en la Mixteca poblana, al día de hoy se tiene un avance de 63%, equivalente a 415 inmuebles en los que se ha concluido su restauración, informó el director del Centro INAH Puebla, Manuel Villarruel Vázquez, tras destacar que pese al impacto de la contingencia sanitaria, un enclave importante en esta labor son la ciudad de Puebla y Atlixco, con notable progreso, y subrayar que se continúa en los que están en desarrollo o en fase de planeación y estudios.
Derivado de la coordinación entre distintas áreas del INAH, como las coordinaciones nacionales de Monumentos Históricos (CNMH) y de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC), así como de centros de investigación como el Instituto de Ingeniería de la UNAM, la Oficina en México de la UNESCO y otras instancias, además de la Fundación Jenkins, los estudios especializados en mecánica de suelos, ingeniería, capacidad de carga o comportamiento de materiales avanzan, especialmente en los inmuebles históricos que tuvieron mayores daños por el movimiento telúrico.
“Hay un programa establecido en el INAH, bajo el cual estimamos que en Puebla, el cien por ciento de los monumentos históricos estarán restaurados en 2023, esto quiere decir que el próximo año será crucial, profuso en actividad, ya que nos permitirá acercarnos al noventa por ciento del total”.
Entre los ejemplos destacados de inmuebles históricos con daño severo, apuntó el arquitecto Villarruel, están los exconventos de Nuestra Señora de la Asunción, en Tochimilco, y el de San Martín de Tours, en Huaquechula, donde no se han interrumpido las acciones de atención, llegando al grado de instalar laboratorios in situ en los que se realiza el monitoreo de las estructuras, así como pruebas de morteros y canterías, de cara a las etapas de intervención arquitectónica.
“Los estudios que estamos efectuando nunca se habían conducido aquí en Puebla e, incluso, a nivel americano son investigaciones históricas que ponen en alto la calidad de los profesionales en restauración que hay en el INAH”.
Asimismo, recordó que el Templo de la Virgen de los Remedios, en Cholula, fue uno de los primeros inmuebles restaurados después de los sismos, cuyos trabajos se desarrollaron de finales de 2017 a principios de 2018.
Sobre los 11 conjuntos de bienes muebles que también fueron afectados, se tienen trabajos en curso, considerando en este universo pinturas de caballete, esculturas y otros elementos, así como la pintura mural de los templos.
“Esta decoración parietal –agregó Villarruel– acompaña a muchos de los conventos poblanos del siglo XVI, y da cuenta no solo de la riqueza histórica de los edificios, sino también de la gran complejidad que implica su tratamiento, pues a menudo la pintura mural tiene solo milímetros o hasta micras de espesor, por ello, debe atenderse de la mano con la consolidación del muro al cual está fijada”.
Recientemente se han entregado bienes muebles como la portada del atrio del exconvento de La Merced, en Quecholac, la cual presentó afectaciones en sus altorrelieves con acabados de cal, mampostería y mortero.
Otro caso emblemático es el de la escultura ecuestre de Santiago Apóstol, de la comunidad de Izúcar de Matamoros, en la cual también se avanza en su restauración en los talleres de la CNCPC, en la Ciudad de México, donde los especialistas logran reintegrar las cualidades de las dos figuras casi de escala natural: la del santo y la del caballo que monta.
“La comunidad de Izúcar aceptó que su ‘Santiaguito’ fuera trasladado al ‘hospital’, que es la CNCPC, para atenderlo, y la mejora es notable, al grado que esperamos pueda quedar en condiciones para este fin de año o los primeros meses de 2022, listo para ser devuelto a su lugar de origen”.
Finalmente, tras destacar que Puebla guarda una de las colecciones más grande de monumentos históricos de México, el arquitecto reconoció la participación de la Arquidiócesis de Puebla y de los ciudadanos que, ya sea desde las mayordomías y otros organismos civiles, han estado pendientes de las restauraciones e, incluso, han sumado sus recursos en los proyectos.