*Eréndira Zavala*
Leer y escribir son placeres que no todos se dan la oportunidad de disfrutar; el aroma de las hojas de un libro, la magia de las palabras al construir mundos fantásticos, la emoción de compartir lo creado con quien lo ve y escucha. La Feria Internacional del Libro Estado de México (FILEM), en su séptima edición, busca que sus visitantes se sumerjan en ese universo literario donde todo cobra un nuevo sentido y emergen conceptos, símbolos e ideas, con el fin último de convertirse en una tradición.
Actividades diversas como conferencias, talleres, presentaciones o conciertos, el Festival convocó a aquellos que -como yo- amamos las artes, ávidos de mostrar las creaciones y de compartir lo que se guarda en el alma. Y esto precisamente, es lo más valioso del evento, las opiniones y puntos de vista, con el color que da la pasión a lo que se hace, con lenguajes sencillos y elocuentes, letras etéreas y profundas, portadas espontáneas y otras barrocas, poetas experimentados y aquellos que comienzan. Una gama deslumbrante de talento y personalidades, que brilla a través de las ventanas abiertas de la exposición.
Esta riqueza de saberes y vivencias, conjuntada en un encuentro dedicado a promover la cultura, debe ser preservada e impulsada a continuar, en la búsqueda de que sea establecida como una tradición que ahonde en el pensamiento de la sociedad. Para ello, se requiere de mayores esfuerzos para que la iniciativa llegue a todos los rincones de la entidad, aún no basta con la difusión entre las instituciones participantes y los interesados, con la promoción en las redes sociales o en las páginas oficiales; es necesario ir más allá.
Quizá crear lazos con otros medios de comunicación, atiborrar de comerciales las redes, cargar a la ciudad con espectaculares, enlazarse con las escuelas, buscar patrocinios, dar prioridad a la importancia y beneficios que la cultura puede aportar socialmente; ideas todas de alguien que ve en ella, una forma de transformar a la comunidad de manera positiva.
Si la intención es que el FILEM continue por mucho tiempo y se establezca como una alternativa tanto de aprendizaje como de enseñanza, prevalezca y sea una tradición cultural de la ciudad; entonces es deber hacer esfuerzos conjuntos con ese propósito. La cultura se enriquece con el cúmulo de tradiciones que poco a poco, se hacen un espacio en el imaginario popular.