*Eréndira Zavala C*
Para nosotros los mexicanos, cualquier fecha o motivo son razón suficiente para festejar: cívico, religioso, militar, de lo antiguo a lo moderno, agrícola o tradicional. Entre ellos, las celebraciones familiares poseen importante relevancia, en especial el 10 de mayo, Día de la madre, una figura que en nuestra cultura representa el lugar seguro a donde llegar siempre, quien consuela y da apoyo incondicional a los hijos, brinda fortaleza y comprensión al padre y cuida de los demás.
Tan significativa es su presencia que desde tiempos prehispánicos se mostraba un gran respeto por ella, simbolizando la fertilidad, la comprensión y el amor fraterno. En la sociedad prehispánica, alrededor de la madre se disponía, se repartía y se decidía el destino de la familia y de la organización social. Para los aztecas, la diosa Tonantzin representaba estas ideas y aún con la Conquista, continuó con sincretismos y fue sustituida por la “Cuatlalupetl” o Guadalupe como se le terminó conociendo. Hoy en día, a esta imagen se le conserva como la madre protectora de los mexicanos, quien intercede en momentos de dificultad. A la madre se le tiene en un lugar sagrado, intocable, santo; la virgen de Guadalupe reúne creencias y pueblos, unificó -de manera ideológica- a un México nuevo, situándose como la representación de la patria.
Sin embargo, la figura materna como fue concebida ha cambiado con el paso de los años y las diferentes actividades que las mujeres ahora desempeñan, convirtiéndose en multifacéticas, profesionistas, empresarias, deportistas, modelos y, quizá lo más importante, viéndose a ellas mismas felices a la par que los demás, dejando atrás ese modelo de abnegación y sumisión creado.
Se considera que el origen de la festividad fue en Estados Unidos hacia 1920 cuando Ann Mary Reeves decidió reconocer con el Día de la Amistad de la Madre, a las enfermeras participantes de la guerra civil, instituyéndose el segundo domingo de mayo para celebrar a las madres. En México, en 1922, a través del periódico Excélsior, se creó una campaña para fortalecer -desde la religión, la educación y el comercio- la unión familiar por medio de la veneración a la madre, el día 10 de mayo de cada año.
No obstante, la celebración del Día de la Madre nos permite reflexionar sobre esas personas que hacen malabares para equilibrar el trabajo y la maternidad, planifican el tiempo y nos llenan de amor desinteresado. Que sea este día, más allá del acto de comprar obsequios y regalar, una fecha para agradecer a la persona que nos crio, desmitificar su figura para darle el justo valor y desterrar el machismo que tanto daño hace en la crianza.