El punto de cruz es una puntada geométrica que da la impresión de formar cruces separadas; sin embargo, son un todo que forma una red que si se jala el hilo se destruye el bordado, siendo ésta una alusión a la relación que existe entre mujeres, mencionó la escritora Jazmina Barrera, autora del libro Punto de Cruz, coeditado por la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx) y la editorial independiente Almadía.
Inspirado en las experiencias de la autora, Punto de Cruz es la historia de Mila, Citlali y Dalia, tres amigas que se conocen en la adolescencia, una etapa de la vida en que el cuerpo y la identidad están en constante transformación; ésta última se ve permeada por la importancia en la toma de decisiones, que va desde la ropa que se usa, la música que se escucha y las películas que se ven. Dentro de esta historia, el bordado es uno de los elementos identitarios de cada una de las protagonistas, siendo algo que las une y las diferencia a la vez.
Narrado en tres tiempos distintos, entrelazados con fragmentos ensayísticos sobre el bordado de distintas comunidades de mujeres en varios momentos de la historia del mundo y en diferentes geografías, el texto está hilado a correos electrónicos, cartas y documentos que Jazmina Barrera conservaba desde su adolescencia. Dentro de estos documentos, encontró la importancia que había tenido el bordado para ella y su grupo de amigas durante la adolescencia, por lo que regresó a un pequeño ensayo fragmentario que había escrito sobre el bordado y la costura.
“Decidí reescribir este ensayo, que creciera y decidí bordarlo con la historia de las tres amigas. Así fue como decidí investigar más sobre el bordado y la costura, así me fascinó la historia de una actividad que las mujeres han hecho desde hace muchísimos tiempos en el mundo con más o menos connotaciones discriminatorias, de represión y opresión”, explicó.
La también autora de Cuaderno de Faros destacó que para ella es muy conmovedor y potente cuando se rastrea el origen de una puntada o un patrón, ya que se hace referencia a muchos siglos atrás, donde las mujeres crearon conexiones con los hilos y bordaron juntas para crear y protestar en conjunto.
“Me sorprendió mucho todo lo que las mujeres han obtenido del bordado, no solo una ganancia económica sino también usar esta misma herramienta, que a veces fue utilizada para su opresión y relegarlas al ámbito doméstico, como subversora de esa opresión y a través de ella denunciar, dejando su testimonio, creando, expresándose, divirtiéndose, pasando el tiempo y, sobre todo, cómo mientras se borda, se cose o se hila, las mujeres muchas veces forjaron lazos y crearon en colectivo, organizándose para denunciar y resistir”.
Barrera mencionó que entre el bordado y la escritura existe una relación estrecha, ya que mientras las mujeres cosían muchas veces contaban historias y ellas han sido las grandes narradoras, a través de lugares y momentos, además que educaban con estas historias. En este sentido, enfatizó que en el vocabulario que tenemos en español -al momento de hablar de relatos, narrativas o historias- se utilizan metáforas que tienen que ver con el hilado, el tejido y el bordado como “el nudo de la historia”, “es la trama de una historia, “el hilo de la trama”, entre otros.
“Hay incontables palabras y relaciones entre el bordado y la escritura. Tan solo pensar en la palabra texto, que tiene la misma etimología que la palabra tejido, nos dice mucho de cómo es esta relación”, explicó.
En este sentido, Jazmina Barrera buscó que la historia de las tres adolescentes fuera dialogando con la historia del bordado, dando pequeñas muestras con este tema que -en palabras de la autora- es inabarcable. En México, en cada comunidad, el bordado y los textiles tienen significados distintos a través de patrones, figuras, portadas, colores, y connotaciones sociales diversas y peculiares, siendo esta una tradición viva, que se transmite de generación en generación. Es una historia integrada por muchas otras.
“Actualmente, en México están sucediendo muchas cosas con el bordado. Las nuevas generaciones se han apropiado de él desde el movimiento feminista, lo han utilizado para protestar, para salir a las calles, para que su mensaje pueda transpasar fronteras, siendo este un movimiento muy emocinante que no desaparecerá pronto”, enfatizó.
Para la escritora mexicana el bordado es una actividad que disfruta, pero que ha realizado de forma intermitente. Por momentos lo ha dejado y luego lo ha retomado ante la posibilidad de regalarle a alguien un pedazo de tiempo, de sus gestos y de sus gustos, una parte de ella.
“Yo en muchas cosas no me parezco a la narradora de este libro, pero en muchas otras sí y en esto sí me parezco. Aprendí a bordar con mi abuela cuando era niña y después volví a aprender con mi maestra de computación en la primaria. El bordado me ha servido para crear estos lazos con mis amigas, para aprender a expresarnos juntas y también para entretenerme, para desestresarme”, expresó.
Finalmente, Jazmina Barrera agradeció a la Máxima Casa de Estudios mexiquense por el apoyo que ha brindado a editoriales independientes como Almadía, ya que en la actualidad
están viviendo un momento muy complicado y las universidades mexicanas se han convertido en un conducto para seguir apoyando la bibliodiversidad de nuestro país.
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