*Eréndira Zavala C*
El 13 de septiembre de 1847 se llevó a cabo una batalla en el Castillo de Chapultepec (entonces sede del Colegio Militar) de la cual se han creado mitos a su alrededor. Se ha dicho que los niños ni siquiera existieron, que estaban castigados o borrachos, que Juan Escutia tropezó con la bandera, e incluso que únicamente había 6 cadetes. Sin embargo, la mayoría de estas son falsas.
Comencemos desde el principio: entre 1846 y 1848 se desarrolló la Guerra entre México y Estados Unidos. Para 1847, la situación era para el país, los puertos estaban tomados y algunos puntos de la Ciudad de México, como Molino del Rey y el Antiguo Convento de Churubusco, habían caído en manos norteamericanas, ya dispuestas a asaltar el Castillo de Chapultepec.
El 13 de septiembre, el ejército estadounidense comenzó su avance por Chapultepec. Había alrededor de 600 soldados mexicanos repartidos en el cerro, más 400 soldados del batallón de San Blas en el castillo y 50 cadetes del Colegio Militar. A pesar de la resistencia mostrada por los soldados, la tropa norteamericana con superioridad numérica llegó pronto al castillo para una lucha cuerpo a cuerpo.
Según el historiador J.D. Eisenhower, 6 cadetes -niños héroes- desobedecieron la orden de no intervenir, empuñaron las armas y se unieron a la batalla, estableciéndose como la última línea de defensa del castillo. Sus nombres: el subteniente Juan de la Barrera y los cadetes Agustín Melgar, Francisco Márquez, Fernando Montes de Oca, Vicente Suárez y Juan Escutia, del cual se cuenta que se arrojó al vacío envuelto en la bandera para evitar que manos enemigas la tomaran; a la fecha, no existen evidencias históricas de que esté último se arrojara como con Margarito Suazo en la batalla de Molino del Rey o Felipe Santiago Xiconténcatl Corona en el cerro del Chapulín.
En 1947, el presidente Harry Truman visitó México para recordar la invasión al país y colocar una ofrenda en el antiguo monumento a los Niños Héroes, mencionando en su discurso que “un siglo de rencores, se borra con un minuto de silencio”. Cadetes del Colegio Militar retiraron la ofrenda y la arrojaron en la embajada estadounidense; en ese contexto, encuentran seis cráneos en el cerro de Chapultepec, autentificados por el gobierno mexicano… lo demás es historia.
El debate se concentra en que la conmemoración se ha enfocado solamente en los cadetes, dejando en el olvido a aquellos que también combatieron con enorme valor ante el ejército estadounidense. En el obelisco que mandó hacer Porfirio Díaz en 1881, se encuentran los nombres de todos los héroes que pelearon en esa guerra. Que sea este breve escrito un recordatorio para incorporar a la tradición de la ceremonia del 13 de septiembre a quienes perdieron la vida representando los valores de amor a la patria, lealtad y honor.