*Eréndira Zavala C*
En nuestro país existen un sinnúmero de tradiciones y costumbres que sólo son celebradas en localidades determinadas, para la mayoría de nosotros únicamente existen aquellas fiestas que conciernen a toda la nación como el 16 de septiembre, el día de la Virgen de Guadalupe, el Día de Muertos o La Candelaria.
Sin embargo, en todo el territorio mexicano se llevan a cabo festivales llenos de historia y folclor por ejemplo, el Carnaval de Tenosique en Tabasco, -también conocido como “el carnaval más raro del mundo-, el cual se inaugura con el Baile de la Harina (para simbolizar la purificación del hombre en su lucha entre el bien y el mal), una batalla campal entre lugareños que se distinguen por 3 personajes: los cojóes (el alma de la fiesta), las pochoveras (doncellas de flores y sacerdotisas que mantienen el fuego encendido del altar del dios Pochó) y los jaguares (cubiertos con tierra blanca y manchas negras de carbón y una piel de tigre o venado). Además de la batalla, la fiesta continúa con bailes prehispánicos.
O el Festival de los Rábanos en Oaxaca, realizado en el mes de diciembre desde 1897, donde se reúnen hortelanos y floricultores para exhibir distintos diseños hechos con rábanos y totomoxtle (hoja de la mazorca), y creado a partir de la imaginación de los vendedores para hacer más atractivos sus puestos.
En Zitlala, Guerrero, en abril y mayo, sus habitantes se visten con trajes de tigre para La Pelea de Tigres o La Tigrada con el único propósito de pelear, con la creencia de que entre más peleas haya, mayores lluvias habrá para beneficio de los cultivos. En el mismo Guerrero, pero en Chilapa, también se lleva a cabo La Tigrada, con la diferencia de que los tigres pasean por las calles y bailan, beben, rugen y anuncian una buena cosecha, y si alguno de los espectadores es atrapado entonces deberá morder un chile verde.
La Danza de los Parachicos, muy antigua (1711) y declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, es celebrada en Chiapas y contempla danzas y ceremonias religiosas con atuendos de máscaras de madera, tocados, sarapes, chalinas, cintas de colores y sonajas, para hacer un recorrido por todo Chiapa de Corzo. Esta festividad es un recuerdo de cuando en el siglo XVIII llegó doña María de Angulo buscando un curandero que sanara a su hijo, y mientras convalecía, los lugareños se disfrazaron para entretenerlo, de ahí el nombre de la Danza, “para-el-chico”.
Sean estos ejemplos solo una pequeña muestra de la gran riqueza cultural de México, fiestas que perduran a través del tiempo y dan identidad a sus pueblos, y que son desconocidas para una gran parte de los mexicanos.