*Eréndira Zavala C*
En nuestro país, siempre es posible encontrar lugares y objetos llenos de tradición e historia que se convierten en referentes de nuestra cultura; un ejemplo de ello son las muñecas de trapo -con su cabello negro trenzado con listones de colores, blusas bordadas y faldas coloridas- que, según la tradición, acompañaban a los rituales sepulcrales infantiles para proteger a los niños de los malos espíritus; con la llegada de los españoles a estas tierras, las muñecas fueron una alternativa tradicional y económica a los juguetes traídos de la Nueva España, hechos con porcelana.
Las muñecas de trapo tienen su origen en las comunidades mazahua y otomí establecidas en el centro del país en los estados de Querétaro, Guanajuato, Michoacán y el Estado de México, lugares donde comenzó su confección. Estas muñecas son una artesanía tradicional que preserva la magia y humildad de las mujeres indígenas y son representativas de aquellas que recorrían las calles con la indumentaria típica de su cultura, por lo que se les comenzó a llamar despectivamente “Marías”.
En la década de los 70’s, muchas mujeres mazahuas migraron a la capital del país en busca de mejores oportunidades y con ello, dieron a conocer su actividad artesanal en la CDMX con la elaboración de textiles como fajas, rebozos, morrales y muñecas.
María, es la muñeca de trapo más emblemática de nuestro país, creada a imagen y semejanza de la mujer mazahua, con la indumentaria típica regional. Tiene bordados sobre la tela realizados con agujas y diferentes hilos, cabello negro peinado en dos trenzas y adornadas con un colorido tocado de listones, con una carita amigable característica por el tipo de bordado para sus ojos, nariz y boca. Son elaboradas completamente a mano, una labor de más de cinco horas, según el tamaño de la muñeca.
Existen diferentes versiones de la “María”, las más reconocida son: la muñeca Lele, de raíz otomí, cuyo nombre significa “bebé” y se identifica por dos trenzas largas con listones que caen en su pecho, blusa de cuello alto y manga larga de tela satinada y con textura, y falda o enredo de popelina con una faja tradicional. La muñeca Dönxu, también otomí, con un característico sombrero blanco, dos trenzas con listones unidas en la espalda por su punta, blusa de manga larga, cuello alto y faldón de popelina o manta, y falda de popelina de colores y tira bordada en la parte inferior. Ambas declaradas en 2018, Patrimonio Cultural del Estado de Querétaro.
Estas muñecas son una representación artesanal de nuestra mexicanidad, dignas embajadoras de nuestra cultura en el mundo.