*Eréndira Zavala C*
En esta ocasión comparto tres leyendas terroríficas poco conocidas pero que también provocan que la piel se ponga de gallina y volteemos alrededor para saber si alguien nos observa.
La bruja de Tepoztlán. Cuenta la leyenda que en Tepoztlán vivía una bruja llamada Eztli, la gente se encerraba en su casa en cuanto anochecía por miedo a encontrarla pues se decía que, por la noche, Eztli se cambiaba las piernas por unas de guajolote, se arreglaba, subía a su escoba y salía volando al cerro para encenderse como bola de fuego mientras acechaba a sus víctimas. Ella estaba casada con Tenoch, quien desconocía su verdadera naturaleza, pero de la que comenzó a sospechar por los rumores que escuchaba. Un día decidió espiarla, cuál sería su sorpresa al verla cambiando sus piernas y salir volando. Con tal espanto acudió a sus vecinos y tomando antorchas y machetes subieron al cerro, encontrándola gracias al llanto de un bebé que había robado y pretendía matar. Tenoch aterrado, la atrapó y con la ayuda de la gente, armó una hoguera para quemarla. Cuando estaba en llamas, se dice que se escuchó la voz del demonio diciendo “ven a mí”. Desde entonces, nadie se atreve a subir al cerro de Tepoztlán después de las 9 de la noche.
La tía Albina. En Xochimilco, en el barrio la Concepción Tlacoapa, vivía Albina con su padre Tobías, dedicados a la venta de frijol y maíz, con una riqueza inexplicable en oro y plata y rodeados de animales raros en su casa. Se decía que era tanto dinero que lo sacaban al patio para ventilarlo en ollas de barro; su casona era grande rodeada de árboles frutales y fuentes, Albina siempre vestía de negro y llamaba la atención el paliacate en la cabeza que nunca se quitaba porque escondía un par de cuernos. Al morir sin más familia, el gobierno expropió el terreno para construir una escuela, algunos avariciosos entraron a la casa a buscar el dinero. Cuenta la leyenda que encontraron monedas en los muros y enterradas en los cimientos pero que el demonio se les presentó ofreciendo más oro y plata a cambio del alma de siete personas.
Clínica 25. En el IMSS en Monterrey, N.L. se cuenta la historia del séptimo piso donde trabajaba la enfermera Margarita, tan dedicada a su trabajo que su esposo la abandono, dejándola sola, destrozada, enfurecida y culpando a los pacientes por su desdicha. Así que, para vengarse, comenzó a cambiar los medicamentos causando la muerte a muchos pacientes, descubriendo lo que hacía 10 años después. Margarita no estaba dispuesta a ir a la cárcel, así que se encerró en un almacén de medicinas y se quitó la vida. Pero, aunque ella ya no estaba, las muertes continuaban, hasta que un día un paciente comenzó a gritar enloquecido, cuando enfermeras y doctores entraron, vieron el fantasma de Margarita suministrándole medicamentos; su rostro era pálido como el de una calavera y su uniforme antiguo, en ese instante la enfermera desapareció. A partir de ese día, clausuraron el séptimo piso de la clínica.
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