*Eréndira Zavala C*
Es curioso como desde noviembre comenzamos a prepararnos para los sentimientos del último mes del año; los adornos, el árbol y las luces salen de sus cajas para embellecer los hogares. Algunos, además, desempolvan el efecto malhumorado lamentando los anuncios de familias felices, el consumismo, los especiales televisivos de películas navideñas, los villancicos y las multitudes en la calle. Otros, por el contrario, despliegan una explosión de emociones positivas de ilusión, alegría y felicidad, no caben de espíritu navideño.
Cada uno vivimos nuestras fiestas según la situación en la que estemos: hay quienes perdieron a seres queridos, quienes están lejos de su familia, quienes ganaron un ascenso, quienes padecen dificultades económicas, quienes reciben a un nuevo integrante de la familia, quienes están enfermos, cuidan a alguien enfermo o festejan la salud; quienes han perdido un trabajo, quienes comienzan una nueva vida o quienes están lejos de sus amores. Cada escenario revela distintos sentimientos: tristeza, soledad, alegría, frustración, enojo, sorpresa, ansiedad, añoranza, satisfacción, depresión o hasta tener el corazón roto.
Esta época muestra que la vida tiene tantos matices como percepciones existen. Que diciembre es un mes repleto de emociones contradictorias y diversas, entre el estrés por las diferentes festividades, las sillas vacías en las reuniones familiares y la ilusión de nuevos propósitos apenas nos queda tiempo, tiempo que dejamos transcurrir sin apenas darnos cuenta.
En estas fiestas regalémonos ese tiempo con la oportunidad de convivir y estar presentes, deleitémonos con el entendimiento de que, en muchas ocasiones, el mejor regalo que podemos hacer y hacernos es acompañar a los demás, pero desde el corazón, no aquella compañía obligada por las reglas y compromisos, sino la que nace de la mejor intención, aún a pesar de las distancias.
Diciembre nos da el pretexto de reforzar los lazos fraternos y, al mismo tiempo, cultivar nuestras tradiciones con las posadas y las pastorelas; nos da la posibilidad soñar y reflexionar sobre el camino andado y aquel que apenas viene.
Sea cual sea la situación y las circunstancias, démonos el permiso hoy de agradecer la vida y bendecirla, de vernos a nosotros con amor y a los demás con tolerancia y armonía. Mañana… mañana será otro día y ya veremos qué hacer con él… ¡Felices fiestas para todos!