*Esmeralda R.A.*
El año termina, pero un ciclo nuevo comienza, y con ello los nuevos planes y metas que cada persona se plantea cumplir para el próximo año, por esta razón este día no pueden faltar las ya tradicionales uvas que nos comprometen a cumplir lo que decimos, sin embargo muy pocos conocen el origen de esta tradición.
Uno de los rituales más importantes para cerrar el año es comer 12 uvas cuando tocan las campanas a las 12 de la noche, dándole la bienvenida al año nuevo, por cada campanada se tiene que comer una uva, y por cada uva es un deseo; mientras que la cantidad de este fruto se debe a los meses del año, es decir que cada deseo o propósito es para cada mes.
La tradición comenzó a finales del siglo XIX en España, en donde se cree que algunos vinicultores popularizaron esta costumbre para vender más, además se dice que quien coma las 12 uvas al compas de las campanas tendrá éxito y los deseos que pidan se harán realidad.
En algunos países se comen las uvas pasadas, en otros prefieren las uvas frescas, algunos las eligen sin semilla y otros con ella, mientras que otros las seleccionan por su color; colores y gustos hay para todos, lo cierto es que no hay ninguna diferencia, ni tampoco cambia la esencia de la tradición.
Los principales deseos para el año nuevo tienen que ver principalmente con el amor, el éxito en la escuela o el trabajo, la salud, el dinero, la prosperidad, hacer ejercicio, ponerse a dieta, viajar, entre otros. Cada uno elije de acuerdo a los anhelos y sueños que tiene en mente cumplir, ya sea para sí mismo o para algún ser querido.
Lo único cierto es que esta bonita y significativa tradición nos motivan a crear nuevos propósitos por cumplir y resultamos favorecidos, ya que comer uvas trae grandes beneficios para nuestro organismo gracias a que son ricas en antioxidantes, en fibra, en hidratos de carbono, contienen vitamina C, nos ayudan a regular los niveles de glucosa en sangre, entre otros.
E.A.