*Eréndira Zavala C*
Con un bonito centro histórico, un quiosco en la plaza central y calles adornadas con jacarandas, Tlaxcala (que en lengua náhuatl significa “lugar de pan o maíz y tortilla”) existe con sus 4,000 km2 de territorio, bromas por su tamaño y un resentimiento ancestral en la memoria nacional, que se remonta a la época de la Conquista cuando los tlaxcaltecas decidieron unirse a Hernán Cortés en contra de los mexicas. Aunque, si vamos a condenarlos, es justo reconocer los 60 años de bloqueo económico impuesto por Tenochtitlán a Tlaxcala y dar una revisada al contexto socio-político imperante en aquellos años.
Obviando lo anterior, Tlaxcala posee un buen número de tradiciones que vale la pena conocer, empezando precisamente por su pasado que, al haber apoyado a los españoles, la Corona les concedió autonomía, los jefes del pueblo y sus descendientes fueron nombrados “primos” por el rey Carlos I y le dieron el título de “Muy Noble y Muy Leal”. Esta influencia española se encuentra presente en la arquitectura de sus casas y calles, en las tantas ganaderías de toros bravos que existen, en su Carnaval (adaptado entre náhuatl y castellano), en la Huamantlada, en la Noche que nadie duerme y en “La Bajada” de la Virgen de Ocotlán.
Tlaxcala ciudad posee 124 edificios con valor arquitectónico e histórico, construidos entre los siglos XVI y XIX, los cuales guardan reminiscencias coloniales de estilo barroco y churrigueresco. Por ejemplo, la Basílica de Ocotlán fundada entre los siglos XVII y XVIII, una increíble muestra del barroco churrigueresco poblano-tlaxcalteca, construida -según la historia- por mandato de la Virgen María quien pidió al indígena Juan Diego Bernardino, en 1541, que tomara agua de un manantial para curar a los enfermos y comunicara a los frailes franciscanos que en ese lugar encontrarían una imagen suya en el interior de un ocote, imagen que hoy día se encuentra en el altar mayor. Es por ello que en el mes de mayo se lleva a cabo la tradicional “bajada” de la Virgen para recorrer las principales calles.
Una costumbre peculiar realizada en agosto es la Noche que nadie duerme, llamada así porque las familias de artesanos elaboran tapetes o alfombras monumentales de aserrín, semillas y flores de vivos colores en honor a la Virgen de la Caridad. Días después se instalan burladeros rústicos en el circuito donde pasarán los toros de la Huamantlada (hija de la Pamplonada), una tradición con más de 60 años de vida.
Tlaxcala parece pequeño, pero es grande en sus festividades y tradiciones, conozcámoslas.