Con una inclinación innata por el dibujo, Ulises Mendieta busca una manera de expresar y señalar aquellas problemáticas sociales que actualmente impacta a la sociedad mexicana, como la violencia y la drogadicción.
Licenciado en artes plásticas por la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex), Ulises acepta que el arte para él de alguna forma humaniza al individuo, por ello, es que a través de éste intenta proyectar la parte sensible del ser humano, a fin de contar las historias de personas que han sido marcadas por la drogadicción, la violencia y la marginación.
De origen otomí, el joven artista se describe a sí mismo como un “atento observador de hechos absurdos y acumulador compulsivo de objetos sin importancia”.
Asegura que el arte le permite hacer un señalamiento crítico sobre los problemas sociales del que todos los días es observador; pero también, como esencia, en sus obras busca ponderar la opinión sobre los presos, adictos y aquellos ciudadanos que pueden ser víctimas de una injusticia, a fin de darles voz a través de procesos pictóricos o gráficos.
Ulises Mendieta cuenta con una gran trayectoria en el mundo de las exposiciones. Su trabajo ha sido expuesto en México, Argentina, Estados Unidos, Canadá y Taiwán. En 2023 fue seleccionado en la 5a Bienal de Arte Lumen, en la Ciudad de México, en la II Bienal Nacional de Pintura José Atanasio Monroy.
Por otro lado, fue becario del Programa Jóvenes Creadores del FONCA- Secretaría de Cultura, del 2021 al 2022, a través del cual desarrolló el proyecto “Develar un Rostro”, que tiene como eje principal retratar las vivencias de personas que viven al margen (adictos), y mediante el arte resolver las diferentes perspectivas sobre este problema de salud; para ello, Ulises se hizo una serie de preguntas sobre el trasfondo de las adicciones y la violencia de alto impacto que afecta el país, dando rostro, voy y color mediante la pintura.
Por su parte, Ulises Mendieta asegura que disfruta aprendiendo de distintas técnicas artísticas, sin embargo, hoy día experimenta con la pintura por medio del acrílico y técnicas mixtas.
Para finalizar, el joven artista hace una reflexión sobre una precarización del arte. Asegurando que el arte no es retribuido de manera que los artistas reciban un pago por ello, y fuera del circuito de artistas, en las instituciones, el apoyo hacia la expresión que hace posible crear un mundo más sensible, es casi nula y, a veces, obedece a ciertos paradigmas.
“Lamentablemente no hay una retribución que pueda darle un sustento al artista”, expresa Mendieta.
Asimismo, asegura que en Toluca la cultura no tiene la importancia con la que debería contar cualquier expresión humana, pues al ser una ciudad industrial, no se le daba el peso que permitiera impulsar las expresiones artísticas.