Tenosique y el carnaval más raro del mundo

*Eréndira Zavala C*

Foto: Internet.

La comunidad de Tenosique, en el estado de Tabasco, se localiza en la región de los ríos, en medio de Tabasco, Campeche, Chiapas y la República de Guatemala. Su nombre proviene del maya “Ta-na-tsiic”: Ta-na, que significa casa, y “Tsiic”, hilar, “casa del hilandero”. En 1525 fue descubierta por Hernán Cortés y en 1540, frailes franciscanos y dominicos iniciaron la colonización y evangelización.

No obstante los esfuerzos de los conquistadores por extinguir sus costumbres, a la fecha aún mantienen tradiciones con raíces prehispánicas en las que participa casi la totalidad de la población; donde tigres, cojóes y pochoveras bailan en las calles al compás de música de viento y percusión, vestidos con grandes hojas, flores, canastillas de chicle y máscaras de madera.

La singular danza ritual “El Pochó”, surgida antes de la Conquista, ha conservado sus caracteres primitivos consistentes en una serie de bailes y ceremonias acompañadas por la música triste de una flauta de carrizo y tambores, simbolizando la purificación del hombre a través de la lucha entre el bien y el mal.

Foto: Vía Internet.

El Pochó, un dios maligno que desea la destrucción del hombre, envía a los tigres (con el cuerpo pintado de tierra amarilla o sacab, manchas negras redondas; en cabeza y hombros una piel de ocelote y una flor roja) para hacerlo, mientras son protegidos por las silenciosas pochoveras (vestidas con sombrero cubierto de flores, blusa blanca, falda floreada, un manto o paliacate sobre los hombros y collares). Ambas figuras se suman luego a los cojoés (con una original vestimenta de falda de hojas de castaña, polainas de hojas de plátano, túnica de henequén, la cabeza cubierta con lienzos, máscara de madera pintada de colores y un sombrero adornado de flores y hojas frescas de cañitas), para vencer al Pochó.

La danza se inicia con música, mientras cojoes y pochoveras forman círculos, los tigres están en el interior. Los cojoes, en el círculo exterior, danzan y giran en sentido contrario a las manecillas del reloj; las pochoveras, en el interior giran en el sentido de éstas. Después todos “recogen sus pasos”, y por la noche se instalan en la casa del capitán saliente (cada año se nombra a un “capitán” donde se lleva a cabo la última diligencia) para asistir a la muerte del Pochó, mientras realizan su velorio. Un velorio que repetirán el siguiente año.

El Pochó, una festividad llena de misticismo y fervor, con una complejidad difícil de describir y que es una verdadera muestra de la magia de las tradiciones mexicanas vivas.

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