*Eréndira Zavala C*
Mientras estudiaba turismo, una de las prácticas de viaje me llevó al estado de Tabasco donde, en el Parque Museo La Venta, pude conocer de cerca las monumentales cabezas olmecas. Enormes, magníficas, incomprensibles, llenas de historia y con un halo de misterio a su alrededor.
A la fecha se han encontrado alrededor de 17 cabezas olmecas principalmente en los sitios arqueológicos de La Venta, San Lorenzo y Tres Zapotes; se cree que fueron creadas entre los años 1200 y 400 a.C. La primera de ellas fue encontrada enterrada en la tierra por un campesino en la hacienda de Hueyapan, en Veracruz, en 1862 y la última desenterrada en 1994, también en Veracruz.
Estas esculturas monumentales, creadas por la civilización más antigua de Mesoamérica, representan cabezas humanas de gran tamaño, con rasgos faciales distintivos como las mejillas carnosas, los labios gruesos, la nariz ancha y la frente prominente. Suelen llevar un tipo casco protector y unas patas de jaguar grabadas colgando sobre la frente.
Talladas en grandes bloques de basalto utilizando herramientas de piedra y pulidas con abrasivos naturales, su altura varía entre el 1.6 y los 3 metros, con 4.5 metros de circunferencia y un peso sobre las 9 y 11 toneladas, es probable que originalmente estuvieran pintadas con colores brillantes.
Aunque se desconoce su significado exacto, se cree que encarnan a líderes o personajes importantes de la sociedad olmeca; no obstante, el guía que nos acompañó durante el recorrido en La Venta, comentaba que la cosmogonía de las cabezas olmecas se refiere a las creencias y mitos sobre el origen y la creación del mundo, por ello podrían representar a deidades o seres sobrenaturales, pues los olmecas creían en la existencia de un mundo subterráneo habitado por dioses y espíritus, quienes jugaron un papel importante en la formación de la tierra y la humanidad, mostrando la conexión con la naturaleza y el cosmos.
Las cabezas olmecas son consideradas una de las manifestaciones más importantes del arte precolombino en Mesoamérica y son reconocidas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Su tamaño, detalle escultórico y desconocido propósito han propiciado que arqueólogos y expertos continúen estudiándolas.
Esa visita que cuento fue hace casi 30 años, pero aún tengo frescos los recuerdos de ese parque y sus impresionantes cabezas que -decía el guía-, son las guardianas de la tradición olmeca y atesoran en ellas la historia de esta civilización, como un importante legado cultural.