*Alejandra C.L.*
En la época prehispánica, durante los años que duró el imperio azteca hubo una gran cantidad de sacrificios humanos que conllevaban una serie de rituales que mezclaban diversos sonidos, tales como tambores, gritos, cascabeles y silbatos que emulaban aullidos de diferentes animales e incluso humanos.
Se dice que estos últimos ahuyentaban a los malos espíritus, pero también llegaban a infundir un gran miedo a los oyentes. Hasta nuestros días, quien llega a escuchar un “silbato de la muerte” puede sentir escalofríos aunque éste se encuentra a varios metros de distancia.
Aunque hasta hace unos días sólo se especulaba de los efectos que pueden producir estos silbatos, recientes estudios demostraron que tienen un profundo impacto en la psique humana.
De acuerdo con los expertos en neurociencia de la Universidad de Zúrich el sonido de estos instrumentos, similar al grito de pánico de un ser humano, producen una reacción psicoafectiva y un tratamiento mental del simbolismo sonoro, conclusión determinada al medir la actividad cerebral de determinados sujetos mientras hacían sonar copias de silbatos que se encuentran en el Museo Etnológico de Berlín.
Para muchos pacientes, hubo sentimientos de miedo extremo y la sensación de que el sonido podría tener un origen natural y orgánico, por lo que los estudiosos creen que sugestionaba a los espectadores de la ceremonia del sacrificio o intimidaban durante las denominadas guerras floridas, batallas que organizaban los aztecas para expandir sus dominios y capturar guerreros para sus sacrificios.
Estos silbatos fueron encontrados por primera vez en las últimas décadas del siglo XX durante las excavaciones del Templo de Quetzalcóatl en Tlatelolco, Ciudad de México. En un inicio se creyó inicialmente que eran meros objetos artísticos al tener forma de calaveras, animales o monstruos.
Con el tiempo se descubrió, de forma accidental, que eran capaces de emitir sonidos, gracias a un sistema interior de dos cámaras acústicas opuestas que producen turbulencias de aire y un estridente sonido muy característico.
Posterior a ello, artesanos del Valle de México han logrado emular estos silbatos aztecas, con sonidos de aves, jaguares y sí, hasta el sonido de la muerte, con el que se puede escuchar cómo una persona grita de forma aterradora, aunque no de la misma manera que los originales.
De acuerdo con algunos arqueólogos, los silbatos originales tienen forma de laringe humana, por lo que el sonido se escucha como un grito humano que infunde miedo hasta el corazón. Existen varias hipótesis sobre su uso y a qué dios estaba asociado, pues algunos aseguran que estaba asociado al dios del viento Ehecatl y otros que al dios de la muerte Mictlantecuhtli.
Las culturas prehispánicas continúan sorprendiéndonos, por lo que no es de extrañar que conforme pase el tiempo, se encuentren nuevas evidencias de estas culturas que algunas vez dominaron la República Mexicana.
A.C.