*Alejandra C.L.*

En México existen diversas leyendas que combinan campanas de oro que fueron enterradas en cerros, las cuales a cierta hora suena, retumbando desde el cerro o volviéndose un símbolo para los habitantes de la región. En Metepec existe una relacionada con las campanas de oro, la figura mítica de la Tlanchana y el diablo.
De acuerdo con los relatos que se cuentan en el Pueblo Mágico, en lo alto del Cerro de Los Magueyes, en la capilla del Tepeyac se encontraba una campana de oro que era muy preciada por la Tlanchana, puesto que la consideraba un regalo por parte de los pobladores, quienes le agradecían por el trabajo que les daba.
La Tlanchana, una figura mítica que se trataba de una mujer con cola de serpiente, se paseaba por las zonas de agua que rodeaban al Valle de Toluca, sobre todo en Metepec, en donde se enamoró de varios artesanos que le hicieron varios regalos, incluso después de la conquista y en la época colonial, entre ellas la campana de la capilla del Tepeyac.
Sin embargo, un día el diablo que moraba en el cerro de Los Magueyes, celoso de los favores que recibía la Tlanchana, decidió robarse la campana para volverla parte de su tesoro que, dicen, se resguarda al interior de éste, por lo que la metió en una de sus cuevas. Al percatarse de la ausencia de la campana, la Tlanchana se puso muy triste y desde ese día se puso a llorar.
Dicen que se colocaba en un montículo de tierra rodeada por agua, cuando Metepec todavía era una zona lacustre, viendo de frente al cerro, cantándole a la campana perdida de tal manera que entristecía a la población. Con el tiempo, la alegría de la Tlanchana se fue apagando hasta el punto de que decidió irse de ahí, para ya no volver.
Nunca nadie supo donde se encontraba la campana y aunque varios incautos han decidido entrar a una de las cuevas para encontrarla junto con el tesoro que se dice guarda el diablo, estos no vuelven a salir, sin que la población sepa si llegaron a encontrar la campana perdida.
A.C.