*Eréndira Zavala C*

Para la festividad de Día de Muertos, cada estado, cada ciudad y cada comunidad de México, vive esta tradición a su manera, conservando elementos ancestrales y mezclándolos con nuevas expresiones. En el estado de Guerrero, en la ciudad de Taxco de Alarcón, se llevan a cabo un festival con diferentes expresiones culturales que buscan dar vida al recuerdo de los difuntos.
Desde hace más de veinte años, este festival incluye actividades artísticas y culturales como conciertos, obras de teatro, danza, exposiciones de arte, cine y talleres dirigidos a habitantes y visitantes. Una fiesta donde la tradición se mezcla con el arte contemporáneo, para mostrar la riqueza que ofrece la ciudad.
El festival generalmente inicia a finales de octubre y termina los primeros días de noviembre de cada año. En diferentes lugares de Taxco se levantan altares de muertos, decorados con velas, papel picado, frutas, calaveritas de azúcar y flores de cempasúchil. Los altares públicos, como en el zócalo de la ciudad, son reflejo de la creatividad y cariño de quienes los elaboran para rendir homenaje a los difuntos.
En los cementerios, las familias se reúnen con flores, veladoras y comida para adornar las tumbas; en el ambiente se escuchan música, rezos y pláticas que hacen sentir que la muerte no es ausencia, sino presencia y respeto.
En las calles de Taxco también se realizan desfiles de catrinas y comparsas, en donde la gente participa con disfraces, maquillaje y máscaras alusivas a la muerte, para celebrar, con alegría, la memoria de aquellos que se adelantaron. También se organizan concursos de calaveritas literarias, exposiciones de tapetes de aserrín y actividades gastronómicas con platillos típicos de la temporada como tamales, mole y pan de muerto.
Festejar el Día de Muertos en la ciudad de Taxco es una experiencia cultural y espiritual; con su Festival de las Almas, los altares, las veladas en los panteones, las expresiones artísticas y la amabilidad de su gente, Taxco se suma a la antiquísima costumbre de recordar a los difuntos con reverencia y felicidad.
En México, la muerte es arte y tradición, la memoria se llena de recuerdos con las luces de las velas, se reavivan las emociones, se abraza el corazón con los sentimientos y se reafirma que los muertos no se van del todo, pues cada noviembre regresan para acompañar la vida.