Magia, nostalgia y esperanza en diciembre

*Eréndira Zavala C*

Foto: Especial.

Diciembre es un mes que se anuncia, poco a poco se siente el aire más frío, las tardes oscurecen temprano, las calles se llenan de luces y algunos sentimientos dormidos aparecen sin pedir permiso. El tiempo parece suspenderse y el pasado y el futuro se enfrentan en el presente. Algo dice que debe cerrarse, algo impulsa a seguir adelante y mientras, en el medio, se aguarda…

La magia del mes se encuentra en los detalles, en las luces navideñas encendidas al anochecer, en los aromas que flotan desde la cocina, en canciones que transportan la memoria a otros lugares y en silencios repentinos. Una colección de sueños, valores, generosidad, amistad, armonía y fraternidad que crean un ambiente de fantasía.

Diciembre evoca el tiempo que pasa, por eso la nostalgia es inevitable como una mezcla de gratitud y ausencia de aquello que no hubo, de quienes no están, de los planes que se quedaron a medio camino, de lo que fuimos y somos. En diciembre se despide al año que termina y se repasan las versiones nuestras, los intentos, las fallas, los logros, la valentía, la tristeza y las alegrías.

En muchas culturas, este mes representa un tiempo de cierre, balance y agradecimiento que se celebra en voz alta, en susurros y en silencio también. Se sueltan rencores, se aceptan límites, se perdonan errores, se reconoce lo aprendido y, según las tradiciones propias, se hacen rituales visibles con velas, cenas y brindis, o invisibles, con despedidas, perdones y decisiones calladas. Todo para estar bien y seguir adelante.

Pero, además, diciembre es el mes de la esperanza, de las posibilidades infinitas que recuerdan que a pesar de las historias que no pueden cambiarse, la vida continúa repleta de ilusiones, si es que quieren descubrirse, y de que las cosas pueden ser diferentes. Se acerca, con el nuevo año, un lienzo en blanco.

Quizá por eso la magia del mes se encuentra en las emociones que remueve como ilusión, gratitud, miedo, sorpresa, alegría o tristeza, entremezcladas con las luces y los festejos. Diciembre permite llorar con lo que se va y soñar con lo que viene, cerrar ciclos y aprender que las despedidas también son actos de amor, comprender que la verdadera magia consiste en continuar creyendo, incluso después de todo.

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