*Eréndira Zavala C*

La Navidad en México es resultado de la fusión entre las culturas española y prehispánica, lo que ha dado interesantes y diferentes festejos en el país. Como ejemplo, las fiestas de Takari, en Tarímbaro, y Uarokua, en Quinceo, ambas localidades del estado de Michoacán, que, además de celebrar la navidad, son representaciones de pasajes como el nacimiento del Niño Jesús y el recorrido de María y José al pedir posada.
Después de la conquista de los españoles, con la evangelización y las enseñanzas de Vasco de Quiroga, el primer obispo de Michoacán, las costumbres de la cultura purépecha se vieron mezcladas y de ese sincretismo nacieron estas fiestas.
El Takari es una planta también conocida como tabardillo o cabello de ángel, formada por hojas pequeñas y flores compuestas por estambres largos de color rojo intenso que van hasta una variante de rosa pálido, que es encontrada en algunas zonas del estado. A partir del 15 de diciembre, los jóvenes de Tarímbaro acuden a los cerros a cortar el takari para entregarlo a los cargueros o danzantes que lo recogen para elaborar el lecho donde será colocado el Niño Dios, además de colocar figuras artesanales hechas de madera tallada, cera u hojas de maíz. En la danza, aparece la figura de la Maringuía, un hombre vestido de mujer, que con los bailarines representan la petición de posada de María y José en la mirada católica, culminando con un baile del toro.
Por otro lado, en la fiesta de Uarokua, en Quinceo, cerca de Paracho y Uruapan, se realiza una escenificación del nacimiento del Niño Dios y el punto central del festejo es el momento en que se corta el cordón umbilical del niño. Esta fiesta es una gran celebración con música de viento, cantos y danzas tradicionales que recorren las calles del poblado y es un perfecto ejemplo de la unión de elementos indígenas y católicos en las festividades navideñas.
Gracias a los huanánchechas, las personas encargadas de mantener las tradiciones purépechas vivas, es que estas costumbres poco conocidas continúan existiendo hasta ahora. En un tiempo cada vez más instantáneo, es menester difundirlas a las nuevas generaciones y a todos aquellos interesados en que la identidad y la cultura mexicana, tan única y llena de simbolismo, perduren por mucho tiempo más.
