La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (inbal), a través del Museo Nacional de Arte (Munal), recuerdan la obra del escultor Ignacio Asúnsolo al cumplirse el 131 aniversario de su natalicio.
Ignacio Asúnsolo nació el 11 de marzo de 1890 en la Hacienda de San Juan Bautista en Durango, y a los 14 años ingresó al Instituto Científico y Literario de Chihuahua, aunque desde los seis años empezó a modelar en barro. Realizó su carrera en la Escuela Nacional de Bellas Artes en México (de 1908 a 1913), en este último año obtuvo una cátedra de dibujo en el propio plantel y el primer premio de escultura en la Exposición Nacional de Bellas Artes con su obra El ídolo roto. Más tarde, becado por el gobierno de México, fue aceptado en la L’Ecole des Beaux-Arts de París, y también en España.
A su regreso, ejerció el magisterio y esculpió en piedra las estatuas del patio principal de la Secretaría de Educación Pública (Justo Sierra, Sor Juana Inés de la Cruz y Rubén Darío) y el grupo del frontispicio de la fachada principal (Minerva, Apolo y Dionisio). Más tarde participó, por ganar el concurso, en los monumentos A la Patria, en la terraza frontera al Castllo de Chapultepec y el de Álvaro Obregón, en San Ángel (1933).
Además, fundió en bronce el Fray Juan de Zumárraga de la Villa de Guadalupe (1949) y labró en cantera el Miguel Alemán de Ciudad Universitaria (1952), destruida definitivamente en 1953. Algunos de sus retratos, bocetos y bajorrelieves fueron adquiridos por museos estadounidenses.
Participó en el movimiento revolucionario y dejó testimonio de sus experiencias en las esculturas Desolación, La soldadera muerta, Soldadera y La cola, entre otras (1917).
La obra de Asúnsolo como escultor es reconocida como punto de partida hacia una escultura moderna en México. Su último trabajo monumental es el de Cuitláhuac.
En 1921 participó en la Exposición de los Independientes, junto a obras de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Dr. Atl, Jean Charlot, Fermín Revueltas, Leopoldo Méndez, Fernando Leal, Rufino Tamayo, Fidias Elizondo, Guillermo Ruiz, Carlos Bracho y Miguel Covarrubias.
El Munal resguarda obras fundamentales del artista, entre las que destaca Mi madre. La escultura muestra a una anciana meditativa, cubierta por un manto y con un rosario entre las manos. La sobriedad y hieratismo de la figura expresa la afiliación del maestro a las composiciones influenciadas por el art déco.
Otra de las piezas que el recinto del INBAL conserva en sus colecciones es el Retrato de María Asúnsolo. El yeso fue modelado como homenaje a la gran promotora cultural, mecenas y musa de grandes artistas de la vanguardia nacional.
Asúnsolo, quien realizó las máscaras mortuorias del presidente Álvaro Obregón y del pintor Diego Rivera, en alguna época de su vida quedó marcado por la influencia internacional de Auguste Rodin, agregando a su formación un claro sentido del valor impresionista, de la intensidad en la expresión y del dramatismo de las figuras.
En 1985, el Museo Nacional de Arte organizó una exposición retrospectiva de su obra, siendo hasta ahora la muestra más importante que ha rendido homenaje póstumo al escultor.
De Ignacio Asúnsolo ha dicho Mathias Goeritz: “Asúnsolo transitó por este camino con mucho más valentía de lo que en general se sabe. De hecho se convirtió en el precursor de la escultura moderna en México y formó varias generaciones de escultores”.