*Eréndira Zavala C*
Cada año en el estado de Chiapas, en el mes de septiembre y durante los festejos dedicados a la Virgen de la Merced, habitantes de la capital, San Cristóbal de las Casas, se reúnen en uno de los barrios más tradicionales para celebrar la llegada de los primeros merceditas al lugar.
El desfile de carros alegóricos y la peregrinación comienzan en el sitio conocido como “El Puente Blanco” en el antiguo Barrio de La Merced y a partir de ahí se iniciará con un recorrido por las principales calles de la ciudad, acompañado por una banda de música. Según el historiador Miguel Ángel Muñoz Luna, del Museo de Historia y Curiosidades de San Cristóbal, estas festividades comenzaron a celebrarse en el año 1537 con el arribo de los frailes de la Orden de la Merced a la ciudad, pero tomaron formalidad aproximadamente hasta 1637 cuando se creó el primer barrio de mercedarios en San Cristóbal de las Casas.
Esta fiesta, tradicionalmente celebrada el 24 de septiembre de cada año, da inicio desde el 22 del mes, con el paseo de la Virgen a cuestas y un grupo de personas encabezando la peregrinación vestidos como moros con los rostros pintados de carbón representando a los musulmanes que invadieron España en el siglo VII, seguido de otro grupo de niños personificando a los mexicas y al final, los católicos, como el bien. Los panzudos y los mercedarios son la alegoría del pecado y lo pagano, son personajes que acompañan a la Virgen en su recorrido por la ciudad mostrando “lo horrible” que son.
A fines del siglo XIX los moros fueron sustituidos por los llamados “panzudos”, personas vestidas con un sombrero de palma medio desgarrado, lentes de viejo y una almohada debajo de la camisa, para deformar su complexión y simbolizar el pecado. En la actualidad, la almohada ha sido sustituida por grandes cámaras neumáticas alrededor de la cintura, cubiertas con vestidos y ahora llevan máscaras monstruosas en la cabeza; cuanto más grandes y feas son, más pecados son expiados. Igualmente se cree, hasta hoy día, que desfilar tras la Virgen de la Merced transforma a los pecadores en fieles creyentes.
Este sincretismo, mezcla de tradiciones prehispánicas y católicas, ha fusionado lo pagano y lo sagrado, dando paso a tradiciones ricas en cosmovisión y simbolismos únicos.