*Eréndira Zavala C*
Se acerca Día de Muertos y una de las costumbres más apreciada y colorida es la de pedir calaverita, donde los niños recorren a pie, casa por casa, para recoger dulces y golosinas mientras se divierten y disfrutan de lo obsequiado.
Existen varias historias acerca del origen de esta tradición, hay quienes creen que proviene de la época prehispánica cuando un niño huérfano macehual (en lengua náhuatl se refería a la clase media, debajo de los nobles y por encima de los pobres) al no tener comida para su ofrenda, se pintó la cara y salió a pedirla y la gente le dio pan, frutas y dulces para sus difuntos; esta práctica se hizo popular y durante la Colonia los niños salían con una calabaza o chilacayote a pedir dulces.
Otros dicen que surgió en el siglo XX de una mezcla de culturas que combina el Día de Muertos con el Halloween estadounidense, como el estudioso Eduardo Andrés Sandoval Forero, en su libro “Identidad y tradición cultural en el México”.
Algunos historiadores señalan que “pedir calaverita” se ha realizado en México desde la época de los hacendados, ya que acostumbraban regalar a sus trabajadores comida y dinero para que el 2 de noviembre asistieran al cementerio y pudieran ofrendar algo a sus muertos. Con el tiempo este presente se convirtió en una costumbre y cada 2 de noviembre, los peones pedían su calaverita, que tiene que ver con los alfeñiques, pequeñas calaveras de azúcar y, a menudo, con el nombre de la persona a quien están dedicadas. Con el paso del tiempo, esta tradición se conjugó con el “truco o dulce”, donde los niños se disfrazan con representaciones a la muerte.
Anteriormente, además se acostumbraba cantar versos o recitar pequeñas rimas improvisadas o aprendidas, por ejemplo: “el muerto pide camote, si no le dan se le cae el bigote” o “la viuda pide ayuda para su pobre criatura”, “ya se va la calavera, muy agradecida, porque en esta casa fue bien recibida”, pero si no les dan “ya se va la calavera, muy desconsolada, porque en esta casa no le dieron nada”.
Pedir calaverita no solamente es una celebración de la vida y la muerte, sino también es un símbolo de la generosidad de la gente, la importancia de honrar a los antepasados y su memoria y una manifestación cultural que refuerza la identidad mexicana a través de la convivencia, el humor y la tradición.