*Eréndira Zavala C*

La quema de Judas es una tradición popular que se celebra en durante la Semana Santa, en el Domingo de Resurrección, su origen es religioso remontándose a la figura bíblica de Judas Iscariote, quien traicionó a Jesús. Judas al entregar a Jesús a las autoridades romanas a cambio de treinta piezas de plata, conduce a la crucifixión del Salvador, por lo que Judas representa la traición, el pecado y la perversión.
Por ello es que la quema de Judas puede verse como una forma de “purificación” o “expulsión del mal” en la Semana Santa, al destruir el mal y representar el renacimiento y la esperanza que trae la resurrección de Cristo. En nuestro país, la quema de Judas tiene un carácter festivo y satírico, especialmente en estados como Jalisco, Zacatecas, Nayarit y Michoacán, donde esta tradición ha cobrado una dimensión popular en la que la figura de Judas se representa de forma caricaturesca y se utiliza para hacer una crítica social o política.
El Judas, que generalmente es un muñeco hecho de papel maché, madera o trapo, se rellena de paja o fuegos artificiales. En muchas ocasiones, el personaje es disfrazado de figuras públicas o de personajes de la cultura popular, desde políticos hasta celebridades para darle un toque humorístico y rebelde a la festividad. El muñeco de Judas representa todo lo que la comunidad desea desterrar como la traición, la corrupción, la injusticia o el maltrato social.
El momento de la quema está acompañado de festejos que incluyen música, bailes y juegos pirotécnicos y las familias, comunidades y amigos se reúnen para celebrar la fecha. Hoy día, existen algunas variaciones dependiendo de la región: en algunas localidades se realizan procesiones con los Judas que luego son quemados en plazas públicas, mientras que en otros lugares se lleva a cabo en patios o frentes de casas.
Aún con el paso de los años, la quema de Judas en México es una tradición que combina lo religioso, lo popular y lo político y, aunque sus raíces están en la Pasión de Cristo, se ha vinculado como acto de purificación y hasta como una forma de resistencia y protesta social.