La Quema de Velitas en Sánchez Magallanes

*Eréndira Zavala C*

Foto: Especial.

En el extremo costero de Tabasco, donde los manglares se entrelazan con el mar, en el pequeño pueblo de Sánchez Magallanes, durante el mes de noviembre, cientos de luces permanecen encendidas en una de las tradiciones mejor guardadas del sureste mexicano.

Sánchez Magallanes es un sencillo pueblo pesquero, perteneciente al municipio de Cárdenas en el estado de Tabasco, rodeado por un lado por el Golfo de México y por el otro por la Laguna del Carmen. Su nombre oficial es Villa y Puerto Coronel Andrés Sánchez Magallanes, sus habitantes se dedican a la pesca de camarón y mojarra y al cultivo de coco; además, de un incipiente turismo debido a sus playas, manglares y la observación de aves y naturaleza.

A diferencia de las grandes ceremonias que caracterizan al Día de Muertos, esta costumbre de la Quema de Velitas no tiene música, ni desfiles, ni altares monumentales como en otros lugares de México. En el poblado, al caer la noche, las familias se reúnen y preparan velas de cebo, gruesas, hechas a mano; con ellas dibujan una cruz sobre el suelo y una a una van encendiéndolas mientras dicen, en voz baja, los nombres de sus seres queridos fallecidos.

Con este ritual, cada flama es una presencia que regresa, representan una vida, una historia y el recuerdo que niega a apagarse, la creencia es que las ánimas permanecen cerca todo el mes de noviembre y la luz les ayuda a encontrar su camino para que no se pierdan entre la oscuridad del mar y se confundan con su rumor. Por ello, las velitas se encienden no solamente durante el 1 y 2 del mes, sino también en las semanas siguientes, como una forma de mantener el puente entre los vivos y los muertos.

La tradición de la Quema de Velitas, poco conocida fuera de la localidad, preserva las costumbres antiguas y da sentido a quienes somos, al no dejar que se pierdan los nuestros, ni los que partieron ni los que nos quedamos. Honrar a los difuntos es una manera de mantener encendida la vida, de resguardar la memoria y la idiosincrasia que nos identifica.

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