*Eréndira Zavala C*
Uno de los estados que más me ha gustado por sus paisajes naturales, riqueza cultural y tradiciones ancestrales (a veces difíciles de entender), es Chiapas. Ubicado en el sureste del país, Chiapas, término castellanizado de Chiapan, del náhuatl “Chía-apan Río de la chía”, tiene un encanto especial con su cultura indígena viva sobreviviente al paso del tiempo, sus zonas arqueológicas mayas como la espectacular Palenque (de la que en otra ocasión hablaré), sus pueblos mágicos y su biodiversidad de sierras, ríos, volcanes, llanuras, cañones, cascadas, lagunas, bosques de niebla, costa y sabana.
Gran parte de su territorio es considerado reserva protegida, como el Cañón del Sumidero una falla geológica formada hace más de 12 millones de años, por donde circula el río Grijalva. La mejor forma de conocerlo es el recorrido en lancha, pasando por estrechos espacios y altas paredes de más de 1 km de alto, donde una se siente pequeñita, emocionada e inquieta ante la majestuosa vista de la madre naturaleza.
En el centro del cañón se encuentra una increíble figura biogeológica con forma de árbol de navidad, de más de 250 mts. de altura, que sobresale de la pared, bañada por una fina cascada que nace de una cueva. El recorrido dura unas 2 o 3 hrs. aproximadamente y termina en la Presa Chicoasén a unos 32 kms. de donde inició, el embarcadero en Chiapa de Corzo. En la presa probé por primera vez el riquísimo pozol, para refrescarnos del calor tan intenso.
Chiapa de Corzo es considerada una de las poblaciones más antiguas de Latinoamérica, fundada en 1528, aún guarda arquitectura de estilo barroco y mudéjar. La Pila, única fuente monumental de estilo mudéjar hecha de ladrillo, fue construida en 1562 simbolizando las coronas de España y Alemania. Este lugar se encuentra cerca de la ciudad colonial de San Cristóbal de las Casas.
En la actualidad, esta ciudad es una de las más originales de México, pues conserva en su centro histórico, su imagen colonial de edificaciones de los siglos XVI, XVII y XVIII, así como una tradicional vida cotidiana con su mercado lleno de colorido por las comunidades indígenas que lo visitan.
En la plaza principal se encuentran la iglesia y convento de Santo Domingo, máxima expresión del barroco centroamericano y mexicano hecho por frailes dominicos en el siglo XVI, con su fachada de argamasa ornamentada con plantas, sirenas, ángeles indígenas y grecas. Su interior se encuentra repleto de retablos barrocos terminados en hoja de oro y pinturas, además del púlpito labrado en una sola pieza de roble. Conocer este lugar es llenarse los sentidos con historia antigua y exuberante.
Apenas estas líneas son un esbozo del esplendor que encontré en Chiapas cuando tuve la oportunidad de recorrerlo, sus construcciones, artesanías, cocina, ceremonias y fiestas tienen un lugar privilegiado en mi memoria, en ese dónde se guardan los mejores recuerdos.