*Gaby L.C*
México cuenta con una amplia cultura llena de tradiciones y costumbres, un claro ejemplo de ello, son los relatos, leyendas y cuentos que existen no solo en ciudades, si no en sus más lejanos rincones; surgidas de las tradiciones indígenas, y algunas de la mezcla con las españolas.
De ellas, probablemente las leyendas o cuentos de terror sean las más conocidas y populares entre los mexicanos, pero también a nivel mundial, muchas han sido base para la creación de guiones cinematográficos que se han llevado a la pantalla grande como el caso de la Leyenda de la Llorona o el Charro Negro.
Sin duda, en cada rincón de México existen infinidades de estos relatos, en el caso de la ciudad de Toluca, capital del Estado de México, escenario de gran cantidad de eventos históricos, sus leyendas también han trascendido de generación en generación, pero si eres de aquellos que por alguna circunstancia no las conoces aquí te contamos algunas:
Así que ¿Estás listo?, ¡Comencemos!
En primer lugar, está la Leyenda del cerro de la Teresona. Refiere que el cerro es una especie de “cúpula” o “campana” que cubre a una ciudad encantada, llena de riquezas; a la que solamente se puede acceder por las cuevas que existen en la parte alta del cerro.
Sin embargo, se dice que cada una de esas cuevas está custodiada por una criatura mágica encargada de impedir el paso o de poner retos incumplibles a quienes lo han intentado, hasta la fecha se desconoce la identidad de estos seres, pero pobladores indican que son duendes, brujas, criaturas amorfas e incluso demonios.
Estos seres son los que retan a los más “valientes” que intentan entrar a las cuevas con acertijos y pruebas físicas, como subir desnudos al lomo de una cabra y mantenerse arriba por kilómetros y kilómetros hasta caer exhaustos y perder la oportunidad de conocer y llevarse parte de los tesoros ocultos de La Teresona.
Sin embargo, otro relato cuenta que el cerro lleva dicho nombre, se dice que cerca del lugar vivía una pareja adinerada, él se llamaba Juan y ella Teresa, quienes no podían tener un hijo, y bajo recomendación de sus vecinos, un día la mujer decidió subir al cerro, para pedir ayuda del ser que vivía en él.
Por lo que Teresa subió, y ofertó su alma a cambio de tener un hijo, la mujer fue recibida por una “bruja”, quien le hizo firmar un pacto con sangre, concediéndole así su hijo, pero al cumplir los 15 años tendría que regresar nuevamente a la cima del cerro con su criatura.
Su bebé fue una niña, quien nació rodeada de toda la riqueza de sus padres, el día de su bautizo bajaron varias personas “brujas”, a darle a la menor regalos, los cuales fueron: belleza, voz angelical, canto, inteligencia, pero cuando cumplió los 15 años, la madre recordó lo dicho por la bruja, y la llevó nuevamente al cerro.
Estando en la punta de la montaña las mujeres fueron recibidas por la bruja, quien hizo entrar solo a la doncella, a la cual, jamás se le volvió a ver, otros afirman que la joven fue convertida en bruja y quedó como guardiana de otra cueva, mientras que otros cuentan que la mujercita se convirtió en la esposa del demonio que cuida la ciudad encantada que se encuentra a bajo del cerro, donde esta el tesoro que muchos quieren poseer.
Mientras que Teresa al ver que su hija jamás regreso se dice que se volvió loca y terminó con su vida colgándose de la rama de un árbol en lo alto del cerro, y desde entonces se le conoce como El Cerro de La Teresona, en honor a dicha madre, que, en la actualidad, las leyendas indican que su alma vaga por el cerro y es la encargada de cuidar al Valle de Toluca.
La historia puede ser producto de la imaginación, pero a raíz de ella, las mujeres toluqueñas que tenían hijos recién nacidos se les recomendaba poner las tijeras abiertas en cruz debajo de la almohada del pequeño para evitar que llamaran la atención de dichas brujas.
Asimismo, tenían que colocar cerca del bebé un espejo, se creía que, si las brujas iban por sus hijos, estas vieran reflejas su imagen y huyeran al mirar su cara horrible. Estas supuestas mujeres tenían su reunión en el cerro de La Teresona para bailar, realizar ritos en los cuales se quitaban las extremidades, guardarlas en un costal y salir en busca de un recién nacido para chuparle la sangre.