*Gaby L.C*
El mes de septiembre las calles de México se pintan de rojo, blanco y verde, cada ciudad, comunidad y pueblo esta lleno de celebraciones por los festejos patrios derivado de la Independencia, así como la conmemoración de la Batalla de Chapultepec, pero también hay otras fechas que celebrar.
En este caso hablaremos de la charrería, que es una disciplina que pese a los años continúa presente en la cultura mexicana, por lo que cada 14 de septiembre se conmemora el Día del Charro, tuvo sus orígenes en el centro del México, concretamente en el estado de Hidalgo, luego se extendió a Puebla y Estado de México.
La celebración de esta fecha es importante pues la charrería y los charros mezclan una larga lista de tradiciones que datan desde la Conquista, es una práctica tradicional de comunidades de México dedicadas a la cría y el pastoreo del ganado a caballo.
Su importancia es tal que desde 1934 que fue decretado por Abelardo L. Rodríguez, esto luego de que el expresidente Pascual Ortiz Rubio nombrará el traje de charro como símbolo de la mexicanidad.
Es una fecha en la que enaltecemos la importante tradición de este arte nacional, el cual es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad desde el 1 de diciembre de 2016. En el mandato presidencial de Manuel Ávila Camacho (1940 – 1946) la charrería fue declarada “deporte nacional”.
La charrería no se trata sólo de caballos, sino que esta práctica “está relacionada con la sastrería, sombrerería, platería, zapatería, talabartería, curtiduría, fabricación de sarapes, elaboración de reatas, herrajes, bordados y trabajos en pita”.
Es un arte en la que el charro, o jinete, desprende sus diferentes destrezas y habilidades mientras maneja a un caballo para que dance y ejecute las “suertes charras”, es decir, los movimientos particulares de este deporte.
Las técnicas de esta práctica se transmitían a las generaciones más jóvenes en el seno de las familias. Hoy en día, asociaciones y escuelas especialmente dedicadas la charrería forman a miembros de las comunidades, entrenándolos incluso para participar en competiciones.
Cabe mencionar que la característica de un charro o jinete es su indumentaria tradicional con icónicos sombreros de ala ancha como el Andaluz, “De piloncillo” y 4 Pedradas; chaparreras, botín de charro de una pieza, cinturones piteados, calados o cincelados y la pachuqueña.
Los trajes típicos se dividen en uno de Faena, Media Gala, Gala y Etiqueta, los cuales son acompañados por las reatas; las mejores son originarias de San Miguel Cuautitlan, Jalisco y están hechas de lechuguilla e ixtle (fibra de maguey).
Pero no solo los hombres practican la charrería, también la mujer es partícipe de este deporte y se le denomina Escaramuza. Su vestimenta es genuina, pues se caracteriza en 3 clases: el vestuario de Adelita, China Poblana y el de Charra de Etiqueta (prendas de gamuza) y se componen de un rebozo en “X” o largo, sombrero charro de 4 pedradas, “calzonera” y botines de una pieza.
De acuerdo a la Asociación Nacional de Charros, la escaramuza charra es una práctica femenil dentro del deporte que ya se practica en países como Estados Unidos y Canadá. Como parte del reglamento con el que deben cumplir, las escaramuzas deben presentarse con un atuendo igual ante la Federación Mexicana de Charrería, con la montura idéntica y los respectivos arreos de los caballos en diferentes combinaciones: por parejas, por cuartetos o individual.
El primer charro fue Ponciano Díaz Salinas, primo de Porfirio Díaz, y uno de los antecedentes del traje charro fue la vestimenta de los chinacos (guerrilleros que pelearon contra las tropas americanas en la Guerra de Intervención de 1847) después hubo una mezcla entre el traje típico mexicano con el de la monta inglesa durante los tiempos de Maximiliano.