La riqueza cultural del territorio que hoy ocupa Oaxaca data de hace miles de años, cuyos testimonios se puede apreciar en una de las construcciones más conspicuas de la arqueología de Mesoamérica: el juego de pelota, el cual tiene gran valor cultural e histórico, ya que se considera como una herencia de la época prehispánica, la cual aún persiste en comunidades indígenas de la Mixteca, así como de grupos de migrantes asentados en parte de los Estados Unidos y Canadá.
En el marco del XXII aniversario del Museo Regional de Huajuapan (Mureh), el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través de su representación estatal en Oaxaca y el espacio museístico, celebra esta conmemoración con una serie de actividades, la cual inició con la conferencia magistral La arqueología del juego de pelota en la Mixteca, dictada por el investigador de la Dirección de Registro Público de Monumentos, Zonas Arqueológicos e Históricos, de la institución, Ángel Iván Rivera Guzmán.
En la transmisión realizada por el canal de INAH TV en YouTube, como parte de la campaña “Contigo en la distancia”, de la Secretaría de Cultura, el director del Centro INAH Oaxaca, Omar Vázquez Herrera, mencionó que el Mureh es un espacio que rescata la historia y memoria de los pueblos de la nación mixteca, su identidad, los símbolos, significados y significantes de esta cultura, los cuales son de la mayor importancia para Oaxaca y para México.
Por su parte, en su ponencia Rivera Guzmán aclaró que el juego de pelota no era un deporte sino un ritual de suma trascendencia religiosa y política, que se practicaba en un espacio, conocido como cancha, delimitado por dos plataformas alargadas hechas con un talud y una banqueta, generalmente de forma paralela, en cuyos extremos se colocaban elevaciones menos grandes, a veces compuestas de montículos.
Eran construidos de manera hundida, para que la comunidad pudiera ver el ritual desde diversos puntos; cuentan con marcadores consistentes en bloques circulares de piedra en forma de aros (en ocasiones huecos de medio) o esculturas de cabezas de serpiente.
La dinámica del juego se realizaba como parte del ascenso de un gobernante al poder, de una victoria militar o en la celebración de algunas fechas relacionadas con el calendario agrícola, y consistía en pasar una pelota de hule de un lugar a otro, golpeándola con los codos y la cadera.
El arqueólogo indicó que existe amplia evidencia arqueológica y documental sobre la forma de las canchas de pelota, caso de los códices de la región Mixteca, donde están representados de manera pictórica, así como también en relieves de piedra con sus diferentes variantes, como la estela de Tetlama, en Morelos, donde se aprecia en forma de zigzag.
“Otra de las representaciones de las canchas es en forma de planta, que podemos ver en el códice mixteco Colombino-Becker, procedente de Tututepec, donde se muestra la cancha en forma de ‘i’ latina mayúscula, diseño característico de estos espacios en Mesoamérica”, explicó.
Generalmente, añadió, el juego de pelota se ubica en el área cercana al centro ceremonial de las comunidades, junto con los templos y los palacios, porque ocupaba un espacio importante en las actividades rituales y festivas de las comunidades.
Al precisar que, de los cuatro mil 518 sitios arqueológicos registrados en Oaxaca, menos del cinco por ciento tienen una cancha de juego de pelota, el investigador comentó que, en 2019, los arqueólogos Jeffrey Blomster y Víctor Salazar Chávez, de la Universidad George Washington, Estados Unidos, publicaron un artículo que destaca que uno de los juegos de pelota más antiguos de Mesoamérica está en la Mixteca, en la comunidad de Etlatongo, y data del año 1374 a.C.
En la subregión de la Mixteca de la Costa, en el río Malinaltepec, ubicado entre Puerto Escondido y Tututepec, se han registrado varios sitios arqueológicos, y en el denominado Malinantepec II, el arqueólogo Ángel Iván Rivera documentó una cancha de juego de pelota y monumentos grabados que la delimitan, los cuales datan del periodo Clásico (400-600 d.C.).
En tanto, en la Mixteca Alta, en el sitio de Yucuñudahui, cerca de Nochixtlán, se localizó una cancha con forma de “i”, ubicada en el área nuclear, alrededor de los grandes edificios y basamentos que conforman el sitio arqueológico que también data del Clásico.
“En la Mixteca Baja, en San Pedro y San Pablo Tequixtepec, registramos diversos sitios arqueológicos, y varios de ellos cuentan con estos espacios rituales, por ejemplo, en el centro del conjunto monumental del Cerro del Zacate Amarillo; y al igual que otras zonas patrimoniales de la subregión, están arriba de cerros,
“En el Cerro de las Minas, en Huajuapan, la cancha está en la ladera adyacente a uno de los montículos, en la cuna de las terrazas contiguas de las plataformas altas del sitio. Ahí se encontró una escultura en piedra roja, la cual representa a un personaje con los brazos cruzados y un glifo calendárico en el abdomen que, posiblemente, aluda a su nombre, además, cuenta con una gran banda en la cadera, elemento característico de los jugadores de pelota”, puntualizó.
Actualmente, dijo el investigador, esta ancestral actividad se practica en comunidades de la Mixteca, como Tezoatlán, Jaltepec, Nochixtlán, Tlacotepec, entre otras, donde se crearon diversas asociaciones de grupos de jugadores que realizan torneos a nivel local y regional.
“Muchos migrantes mixtecos que viven en California, Oregón o Washington, inclusive en Canadá, han llevado esta práctica antigua a esos territorios. En la Ciudad de México, particularmente en Iztapalapa, hay espacios donde se realiza esta actividad”, finalizó Rivera Guzmán.