Gabriel Fernández Ledesma, renovador de la plástica nacional

Foto: Especial.

Considerado una de las principales figuras que incidieron en la renovación de las artes plásticas durante el siglo XX, el pintor, grabador, escultor, editor y litógrafo mexicano Gabriel Fernández Ledesma es recordado por la Secretaría de Cultura federal y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), en ocasión del 121 aniversario de su natalicio.

Este polifacético artista incursionó en el diseño escénico, el teatro de marionetas y la fotografía. En 1975 fue galardonado con la Medalla José Guadalupe Posada por su obra y enseñanza en el grabado. Una de sus principales contribuciones fue la renovación de las artes plásticas durante el siglo XX, ya que su obra, plena de tonalidades brillantes y contrastantes, se caracterizó por una fina ironía y una visión profunda de la realidad.

Cabe recordar que en 1982 se llevó a cabo en el Palacio de Bellas Artes una retrospectiva de su obra.

Dentro de su colección permanente, el Museo Nacional de Arte (Munal) resguarda varias piezas emblemáticas de Fernández Ledesma: El mar (1936), Naturaleza muerta con barco (1939), Revolucionario (1948), Firma de la paz (1949), Volando sobre el mezquital (1950) y Después del temblor.

Originario de Aguascalientes (30 de mayo, 1900) nació en una familia de intelectuales; a temprana edad mostró un especial interés por el arte popular y con apenas 15 años de edad fundó el Círculo de Artistas Independientes.

Al obtener una beca se instaló en la Ciudad de México e ingresó a la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde tuvo como condiscípulos a Carlos Lazo, Saturnino Herrán y Leandro Izaguirre. Sin embargo, al poco tiempo fue expulsado por no compartir las ideas estéticas y académicas de la institución.

En 1925 trabajó en la Secretaría de Educación Pública y posteriormente se desempeñó como promotor cultural, siendo uno de los más destacados de su época. Un año después fue director y editor de Forma, revista dedicada a dar cuenta de los acontecimientos artísticos más relevantes durante los años veinte del siglo pasado.

En 1929 publicó el libro Juguetes mexicanos, con el que contribuyó al rescate de este significativo tema. Por otro lado, fue fundador de la Escuela de Escultura y Talla Directa. Junto con Fernando Leal y Ramón Alva de la Canal constituyó el movimiento ¡30-30!, también formó parte de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR).

En 1938 viajó a París y presentó la muestra El arte en la vida política mexicana. Más tarde, obtuvo la beca de la Fundación Guggenheim para realizar su libro Vida en la muerte, además de participar en la edición de numerosas publicaciones sobre arte popular mexicano.

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