Hace 100 años, la dirección del entonces Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía designó al arqueólogo Porfirio Aguirre para buscar objetos arqueológicos en los estados de Oaxaca y Guerrero, que pudieran integrarse a la colección del recinto. Siendo oriundo de la región de La Montaña guerrerense, el investigador se dirigió a Tlapa, donde fue informado de un sitio que podría explorar en el cercano pueblo de Malinaltepec.
Tras acudir a un montículo que había sido saqueado, Aguirre inició excavaciones hasta encontrar un enterramiento, fragmentos de tepalcates, pedazos de ollas y, entre todos esos vestigios, dos máscaras antiguas, una de las cuales tenía elaboradas incrustaciones de piedras azules y de concha.
El arqueólogo llevó las piezas a su natal Copanatoyac para limpiarlas, y luego, queriendo evitar cualquier daño, las llevó a pie a la Ciudad de México, donde la máscara con teselas se volvió un icono, el cual a un siglo de su hallazgo es reconocido por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través de una exposición temporal y un coloquio.
Los organizadores de ambas actividades, los arqueólogos Laura del Olmo Frese, Eliseo Padilla Gutiérrez y Edgar Rosales de la Rosa, destacan que por primera vez se exhibirán las dos máscaras de Malinaltepec.
La muestra temporal, informaron, se inaugurará el 20 de agosto, evocando el día del descubrimiento de las máscaras –erróneamente asignado al 15 de octubre de 1921, fecha en que Aguirre rindió su informe–, y estará abierta al público a partir del día 21 y hasta noviembre, con acceso libre en la Media Luna del Museo Nacional de Antropología (MNA).
El primer núcleo estará dedicado a la figura de Porfirio Aguirre, e incluirá piezas de memorabilia, facilitadas por los descendientes del investigador, como fotografías familiares y de trabajo de campo, además de cuadernos con notas en español y náhuatl, idioma que el investigador heredó por vía materna.
La segunda sección abordará la polémica que existió sobre la autenticidad de la máscara con teselas, ya que, incluso, desde el 17 de octubre de 1921, dos días después del informe de Aguirre, su colega José María Arreola dirigió una carta al secretario de Educación, José Vasconcelos, solicitando dictámenes para la pieza.
El apartado también aludirá a los análisis realizados a la máscara en la década de 2000, ratificando su originalidad, junto con datos como su doble intervención. La primera de ellas, apuntan Rosales y Padilla, se remonta al periodo Clásico Tardío (600-900 d.C.) dados sus evidentes rasgos teotihuacanos; mientras que la segunda debió efectuarse durante el Posclásico (900-1521 d.C.), cuando fue modificada con las teselas e integrada al citado enterramiento.
“Esta máscara es un ejemplo de cómo las culturas prehispánicas reclamaban objetos de su pasado. Por ejemplo, se sabe que los mexicas fueron a Teotihuacan para abrir contextos y recuperar piezas”, explica Edgar Rosales.
El tercer apartado de la muestra, abocado a la materialidad y el simbolismo de la pieza, exhibirá la segunda máscara de Malinaltepec, junto con un par más procedentes de Teotihuacan y otra de la Ofrenda 82 del Templo Mayor, sobre la cual aún se debate si es una reliquia teotihuacana o una imitación tenochca.
En tanto, el coloquio sobre la máscara de Malinaltepec se realizará del 18 al 20 de agosto, y será transmitido por el canal INAH TV de YouTube, entre las 14:00 y las 18:00 horas, como parte de la campaña “Contigo en la distancia”, de la Secretaría de Cultura.
Se abordarán los análisis científicos de la pieza, su contexto arqueológico, las perspectivas hacia la época de su hallazgo, sus características como elemento artístico y otros temas; participarán connotados investigadores, entre ellos, los descendientes de Porfirio Aguirre.
Después de su exhibición, las dos máscaras de Malinaltepec, las cuales desde su hallazgo habían estado separadas, serán objeto de una nueva instalación museográfica que las mostrará en diálogo al interior de la Sala Culturas de Occidente del MNA.