Durante la última década, los vestigios en buen estado de conservación de un baño ritual judío que data del siglo XVI, han puesto los reflectores sobre Juliantla, localidad del municipio de Taxco de Alarcón, Guerrero, donde el arqueólogo Diego Martínez Serrano ha llevado a cabo temporadas de campo para documentar este bien cultural, el cual ha sobrevivido al paso de casi cinco siglos.
Los resultados de sus investigaciones, vertidas en su tesis de maestría realizada en el Posgrado de Arqueología de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, fueron presentados en la cuarta sesión del VI Coloquio de Arqueología Histórica, transmitido de manera virtual los lunes de septiembre por el perfil en Facebook del Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec.
El arqueólogo detalló que la mikve (espacio donde se realizan los baños de purificación que prescribe el judaísmo) se localiza en la plaza de Juliantla, y desde siempre se le ha conocido como “el baño de los judíos”. Se compone de un pozo para el bautisterio, y del lado derecho se halla una cúpula de piedra de 1 m de diámetro, que a su vez cubre una fosa que contiene el agua de lluvia que alimenta el baño mediante un conducto.
La mikve de Juliantla cumple con las especificaciones que sobre estos espacios ordena la ley judaica, según la cual debe ser la primera construcción al fundarse una comunidad o judería, incluso, antes que una sinagoga. Mediante levantamientos de fotogrametría se determinó que la fosa mide 2.5 m de diámetro y 2 m de profundidad, mientras que las dimensiones del bautisterio son de 6.5 por 7.11 m de diámetro, y una altura (del punto más bajo al más alto) de 4.43 m, más una escalinata de 1.25 m.
De esta manera, contrastando el dato arqueológico con la información documental, Diego Martínez fue desenterrando un aspecto novedoso de la historia y las costumbres que rodean a la ciudad minera de Taxco, ya que el judaísmo fue una práctica perseguida durante el periodo colonial.
“Fue posible entender que la idea de pureza y santidad de esta comunidad estuvo sustentada en símiles bíblicos, como los referentes al profeta Esdras y el patriarca Jacob, buscando reforzar sus creencias con la construcción de esta mikve en Juliantla, alejada de sus propiedades para no ser descubierta, pero también cercana para limpiar su alma”, expuso.
Con base en historiografía previa, la cual da cuenta de las familias asentadas en la ciudad durante el virreinato, el investigador ubicó a aquellas de origen judío que se ocultaron para evitar el Santo Oficio, varias eran propietarias de haciendas de beneficio minero y pertenecían a núcleos familiares en común.
Ejemplo de lo anterior son los casos de los hermanos Jorge de Almeyda y Héctor de Fonseca, propietarios de las haciendas de Cantarranas y de San Juan Bautista, respectivamente. El primero emigró de Portugal a la Nueva España, y una vez radicado entabló relación con la familia del gobernador del Nuevo Reino de León, Luis de Carvajal y de la Cueva, también cristianos nuevos de origen judío portugués, desposando a su hermana Leonor.
“En los documentos sobre Jorge de Almeyda, se indican los ajuares y bienes de prestigio que les confiscó el Santo Oficio a él y a su esposa Leonor, acusada de judaizante. Asimismo, se citan los vínculos que Jorge de Almeyda y sus hermanos Héctor y Tomás, además de su cuñado Antonio Díaz de Cáceres, mantenían con la familia Carvajal; un dato curioso es que las mujeres tenían entre 14 y 16 años al momento de casarse, mientras que los maridos rondaban los 40 y 50 años.
“En las declaraciones del proceso inquisitorial, fray Gaspar de Carvajal, uno de los hijos mayores del matrimonio de Jorge Almeyda y Leonor de Carvajal, narra la mala relación entre su hermana Isabel y su tío, el gobernador Luis de Carvajal, por intentar predicarle la antigua Ley Mosaica a través de su mujer, Guiomar de Ribera”, explicó el especialista en el encuentro académico virtual, hermanado con la campaña “Contigo en la distancia”, de la Secretaría de Cultura.
Abundó que durante el proceso, Jorge de Almeyda se mantuvo prófugo en lugares como Puebla, Veracruz y La Habana, hasta llegar a Europa buscando el perdón de la familia Carvajal y el propio, por parte del papa. No obstante, esto no evitó que los Carvajal fueran procesados hacia 1590, y varios de sus integrantes (Francisca, hermana del gobernador, hijo e hijas) quemados en la hoguera.
Del juicio de Héctor de Fonseca, destaca que al estar casado con una “cristiana vieja”, Antonia López, no tenía la misma oportunidad de practicar el judaísmo, “por ello visitaba constantemente la Hacienda de Cantarranas, propiedad de su hermano Jorge de Almeyda, la cual al parecer era punto de reunión para esta comunidad, ya que ahí practicaban sus ritos ocultos. Además tuvo una relación estrecha con Isabel de Carvajal y Luis de Carvajal ‘El mozo’, presunto líder de los judíos asentados en Taxco”.
El investigador Diego Martínez comentó que pese a estar casado por la ley cristiana, Héctor de Fonseca desposó a dos de las hermanas Carvajal, Mariana e Isabel, para mantener una “comunidad judía pura”. Este hecho le enfrentó a muerte con su hermano Jorge de Almeyda. De Héctor de Fonseca se sabe que fue devuelto a España a principios del siglo XVII, luego de pasar un tiempo en las cárceles de la Inquisición.
Por último, consideró necesario poner en valor la mikve de Juliantla, siendo necesaria una prospección geofísica con radar de penetración en sus alrededores, además de excavaciones controladas, tanto en este sitio como en las haciendas, en busca de elementos materiales asociados con las actividades de los criptojudíos.