Día de Muertos

*Eréndira Zavala C*

Foto: Ilustrativa.

Creo firmemente que después del 12 de diciembre, Día de la Virgen de Guadalupe, el festejo más importante y venerado en México es el Día de Muertos, seguido del Día de la Madre; en este día, nuestros difuntos son el centro de las atenciones: se recuerdan sus gustos, las anécdotas divertidas y tristes, los recuerdos compartidos, quizá alguna lágrima se asome a los ojos, y también sonrisas aparezcan al colocar la ofrenda, limpiar las tumbas y acomodar las fotos.

Algunos lugares son más representativos en esta celebración, como Janitzio, en el estado de Michoacán, donde se mezclan la leyenda de amor y de muerte con las redes de los pescadores, las velas encendidas, el aroma del cempasúchil, las servilletas bordadas y las olas del lago de Pátzcuaro, ondeando con la llegada de los seres queridos que han fallecido.

En San Andrés Mixquic, cerca de Xochimilco, desde hace más de 400 años se honra la memoria de los difuntos al renovar sus tumbas con coloridas decoraciones y encender un sinfín de veladoras en la “Alumbrada”, que guían el camino de las ánimas, acompañados de música y agasajos, festejando a la vida a través de la muerte.

A veces las festividades son enigmáticas y ancestrales como en el caso de Pomuch, Campeche donde se hace la “limpieza de huesos”, días antes del 2 de noviembre, para aquellos muertos que tengan más de tres años en la tumba; se abren para darles “aire” y recolectar todos los huesos hasta el más pequeño, limpiarlos minuciosamente y colocarlos en una caja con sábanas blancas bordadas. Este ritual, según las creencias mayas, acerca a las familias con su difunto en un ambiente de alegría donde abundan los recuerdos y buenos momentos.

La Luz y Vida, desde la leyenda del dios Xólotl, se hace presente en Chignahuapan, Puebla, el recorrido iluminado con velas y antorchas hasta el río del mismo nombre, busca la purificación de las almas para que descansen en paz en el Mictlán; este festejo se acompaña de danzas, ofrendas, pirotecnia y música prehispánica, celebrando el nacimiento y renacimiento a una nueva forma de vida, dejando de lado la tristeza y melancolía.

Desde sus diferentes representaciones, el Día de Muertos muestra un pedacito del corazón de los mexicanos; sus creencias y tradiciones se encuentran impregnadas de algo en común: celebrar la vida acompañada de la muerte hasta que ésta nos alcance…

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