*Eréndira Zavala C*
Comienza la época navideña, se respiran aires festivos y por doquier comienzan a verse luces y adornos; todos nos empeñamos en la decoración, colgamos esferas y buscamos iluminaciones diferentes, coloridas, brillantes.
El origen de esta tradición tiene sus raíces en antiguas celebraciones paganas de rituales centrados en la época del solsticio de invierno en que se celebra la Navidad; pueblos germanos y vikingos adornaban un árbol, al que ellos llamaban “Yggdrasil”, que representaba el universo y colocaba en las ramas más altas al mundo de los dioses y en sus raíces al de los muertos.
Con el pasar de los años, en Europa, estas tradiciones antiguas fueron cristianizándose para conmemorar el nacimiento de Jesús y llegaron a América con los emigrantes alemanes, quienes aportaron la mayoría de los elementos de la decoración navideña actual.
Las esferas de colores son reminiscencias de las manzanas que se colgaban en la antigüedad en aquellos árboles, considerados sagrados, para invitar a regresar a los espíritus de la naturaleza y la fecundidad de la tierra. Esta tradición de colocar esferas, según se cuenta, fue comenzada por un misionero, San Bonifacio, quien para sustituir el culto que se realizaba hacia las deidades nórdicas, colocó un pino que decoró con manzanas para representar con ellas los pecados y las tentaciones de Adán y Eva.
La creación de estas esferas -se dice- se debió a que en Goetzenbruck, un pueblito de Francia o en Lauscha, en Alemania (ambos países comparten una historia similar), en una temporada de sequía, no había manzanas para decorar los árboles y un soplador de vidrio tuvo la idea de crear pequeñas bolas de cristal con tinte rojo con las cuales sustituir las manzanas rojas, para que los niños no se quedaran sin adornos y creando una tradición que perdura hasta nuestros días.
Ahora, las esferas de colores simbolizan alegría, abundancia y prosperidad en los tiempos por venir y también, según la tradición cristiana, los dones de Dios a los hombres como sabiduría, entendimiento, ciencia, consejo, piedad y fortaleza.
En México, las esferas se elaboran con la técnica del vidrio soplado y están consideradas como piezas de arte popular más allá de ser solo decorativas para la temporada navideña. Tlalpujahua, en Michoacán, es un orgulloso exponente de este arte, con el talento y genio de sus productores de esferas de todos colores y diseños; en Puebla, en Chignahuapan, también se encuentran talleres que fabrican estas esferas con exquisito gusto.
Cualquiera que haya sido el origen de esta tradición, disfrutemos de ella y pongamos manos a la obra, para disfrutar de los destellos que las luces en el árbol de Navidad se reflejan en las esferas colgadas de sus ramas.