*Eréndira Zavala C*
Ser niño es tener los ojos y la mente llena de ilusiones e imaginación y una caja enorme rebosante de sorpresas; en México, desde 1924 por iniciativa del secretario de Educación José Vasconcelos, el 30 de abril se celebra a la niñez.
El origen de esta celebración proviene de la muerte de muchos niños durante la Primera Guerra Mundial, lo que impulsó para que la Liga de las Naciones ratificara la Declaración de Ginebra sobre los Derechos de los Niños en 1924 con el objetivo de protegerlos; hasta 1959 la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó la Declaración de los Derechos del Niño, para reafirmar los derechos de los niños e instauró el 20 de noviembre como Día Mundial del Niño.
Desde entonces, cada país ha elegido un día del año para festejar a los niños, por ejemplo, Bolivia lo hace el 12 de abril, Chile el primer domingo de agosto y Paraguay el 31 de mayo. En cada uno de ellos se llevan a cabo fiestas tanto en casa como en distintas instituciones públicas y privadas para consentirlos y agasajarlos con dulces y regalos.
Además, se ha buscado a través de diferentes iniciativas brindar a la infancia la protección jurídica necesaria en contra de las formas de explotación, utilizar los protocolos facultativos para aumentar los instrumentos de derechos humanos y garantizar la protección y el reconocimiento de los niños en el mundo.
En 1989 se firmó en la ONU la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), con este tratado los 195 estados que la han ratificado tienen que rendir cuentas sobre su cumplimiento al Comité de los Derechos del Niño. Los 54 artículos que la componen tratan acerca de los derechos económicos, sociales, culturales, civiles y políticos de todos los niños, basados en el respeto a la dignidad y el valor de cada individuo, independientemente de su raza, color, género, idioma, religión, opiniones, orígenes, nacimiento o capacidad.
Su aplicación es obligación de los gobiernos, pero también define las obligaciones y responsabilidades de otros agentes como los padres, profesores, profesionales de la salud, investigadores y los propios niños y niñas. Tiene también 3 protocolos que la complementan: venta de niños y la prostitución infantil, participación de los niños en conflictos armados y procedimiento de comunicaciones para presentar denuncias ante el Comité de los Derechos del Niño.
Así que este 30 de abril, festejemos no solamente a nuestros niños y niñas sino también a nosotros mismos que hemos transitado por ese camino y recordemos por un momento lo que ser niño verdaderamente significa: felicidad.
Fuente: https://www.unicef.es/causas/derechos-ninos/convencion-derechos-ninos