*Eréndira Zavala C*
Rebosantes de colores y formas extraordinarias, los alebrijes son una artesanía mexicana elaborada tradicionalmente en cartonería, de figuras inverosímiles que combinan elementos de varios animales, reales o imaginarios. Inventadas durante la primera mitad del siglo XX en la Ciudad de México, su origen está lleno de encanto.
Pedro Linares López, cartonero de la Merced, en 1936 enfermó y quedó inconsciente por varios meses, se cuenta que al despertar narró sus sueños donde se encontraba en un bosque muy tranquilo y aparecían coloridas y extrañas criaturas entremezcladas, como un burro con alas, un león con cabeza de perro, un gallo con cuernos de toro, que gritaban “alebrijes”. De a poco comenzó a reproducir las imágenes de sus sueños en cartón. En otra versión, se dice que el pintor José Antonio Gómez Rosas, “El Hotentote”, pidió al cartonero Linares que hiciera una nave y un alebrije; éste preguntó cómo hacerlo y la respuesta fue “toma un Judas y ponle cola y alas de murciélago”.
Sea cualesquiera la verdadera versión, los alebrijes son reconocidos en todo el mundo gracias a su proceso de elaboración con la técnica de la cartonería (con papel y engrudo) que llegó a México de Europa, y fue aplicada primeramente como un método de evangelización con la creación de Judas, piñatas y máscaras para las ceremonias rituales -disfrazadas de fiestas religiosas-, como las danzas y bailes. Para los alebrijes, primero se moldea el esqueleto de la figura con alambre, luego se cubre con varias capas de periódico y engrudo; una vez seco, se agregan elementos más detallados como ojos, picos, alas, colmillos y garras, para después alisar la superficie y cubrirla con una capa de pintura blanca.
Cada alebrije, creado a partir de un armazón único, es irrepetible, así como su colorido debido a que los tonos que se eligen tienen un significado distinto, por ejemplo, el verde se asocia con la naturaleza y la empatía, el rosa con el amor, el naranja libera las emociones negativas, el amarillo expresa los sentimientos, la alegría y el lujo; el azul tranquilidad y el café la conexión con la tierra y los animales.
La cineasta Judith Bronowski realizó un documental sobre el trabajo de Pedro Linares en 1975, dándole a conocer dentro y fuera de México, llegando a realizar alebrijes para figuras como Frida Kahlo y Diego Rivera.
En el imaginario tradicional mexicano, regalar un alebrije se cree que ayuda a “espantar” a los malos espíritus de las casas, en especial aquellos con aspecto “horroroso”; además de ser considerados de buena suerte.
En Oaxaca, los alebrijes fueron adoptados y regionalizados, se fabrican con madera de copal y son teñidos con pigmentos naturales, inspirados en la idea de los nahuales… pero esa es otra historia de las tantas que existen en las tradiciones de la cultura mexicana.