El rebozo mexicano

*Eréndira Zavala C*

Foto: Especial.

Una prenda mestiza tradicionalmente femenina identificada y adoptada a lo largo de los años, de una sola pieza. La palabra rebozo apunta al acto de embozarse o cubrir el rostro por la parte inferior hasta la nariz o los ojos, con la capa u otra prenda de vestir.

Aún hoy día existe un debate sobre su origen, pues se cree que tiene al menos 500 años y su nacimiento en el almaizal morisco de las musulmanas en España durante la Edad Media, como prenda de recato para cubrir su cabeza o cara. El almaizal era rectangular con flecos en las orillas y franjas transversales en el cuerpo.

También se cree que nace en la época de la colonización cuando mujeres indígenas lo adoptaron y comenzaron a usar como manto; así como en la evangelización para cubrir el cuerpo de los indígenas mexicanos quienes utilizaban poca ropa. Antigüamente era llamado “ciua nequeatlapacholoni”, que quiere decir “toca de mujer”, y se hilaba con lana, ixtle, algodón blanco o de color coyuebe o coyuche (de origen prehispánico) en husos o malacates.

El rebozo es de forma rectangular y mide entre 1.5 y 3 metros, es tejido con hilos de algodón, seda o una mezcla de ellos y teñido con la técnica prehispánica conocida como ikat (método de fabricación de telas en el que el patrón se crea antes de tejer mediante el proceso de teñido de los hilos), con extremos prolongados con flecos o puntas que se trenzan y se anudan entre sí.

En el siglo XVIII se usaba generalmente terciado sobre el pecho y cubriendo cabeza, hombros y espalda. Las mujeres más ricas los usaban dentro de sus casas como prenda doméstica y lo cambiaban por mantillas de encaje para salir a la calle o asistir a la iglesia, aunque también fue un accesorio de distinción social; mientras que en la Revolución Mexicana se adoptaría como característico de las Adelitas, cruzado sobre el pecho para guardar los cartuchos de la munición.

Los rebozos son producidos principalmente en los estados de Guadalajara, San Luis Potosí (el pueblo de Santa María del Río), Puebla, Oaxaca y el Estado de México (Tenancingo de Degollado); con diferentes estilos y materiales, son el resultado de la convergencia de tiempos, épocas y culturas.

Actualmente la costumbre del rebozo ha disminuido pero su uso es un recuerdo cariñoso de cuando se envuelve y acuna a un recién nacido, la ligereza de la carga de las campesinas o comerciantes o de manera más simple, solo una añoranza por el tiempo pasado.

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