*Eréndira Zavala C*
El ópalo mexicano se encuentra en la vertiente norte del eje volcánico, entroncando con las Sierra Madre Occidental y Oriental, en los estados -por orden de importancia- de Querétaro, Jalisco, Guanajuato, Hidalgo y Guerrero.
Querétaro es considerado cuna del ópalo y pionero en la minería de esta piedra, localizada principalmente en la sierra de La Llave, en los municipios de Colón, Tequisquiapan y Ezequiel Montes; con las minas Iris, El Milagro, José, Guacamaya, Buey, La Reyna, La Carbonera, La Trinidad, La Yerbabuena, El Venado, Cerro Viejo y La Porfia. En segundo lugar, la región de La Magdalena en Jalisco cuenta con depósitos distribuidos en las áreas de La Quemada, San Simón, San Andrés, El Cobano y la Magdalena, cada una de ellas con sus respectivas minas entre las que destacan: La Lupita, Santo Niño, La Floreña, El Torero, El Huaxical, La Pelusera. La Mexicana, entre otras.
El ópalo es una gema semipreciosa compuesta por sílice amorfa o sílice hidratada en estado de gel, ligero, posee poca solidez y gran fragilidad (un golpe o cambio de temperatura lo daña) que lo hace susceptible de grietas e imperfecciones. Una de sus principales características es que es la única gema que contiene todos los colores de las piedras preciosas (negro, gris, blanco, marrón, púrpura, amarillo, naranja, verde, azul-verdoso o incoloro). Debido a esto cada ópalo tiene combinaciones únicas y es casi imposible encontrar dos idénticos. En las minas de Querétaro predominan los ópalos de fuego, mientras que en las de Jalisco se encuentran mayores colores como rojo sangre de pichón, rojo lluvia, azul pavo, azul lluvia o verde esmeralda.
Los ópalos se encuentran incrustados en piedra de cantera madre, la técnica de extracción es casi artesanal utilizando barreta y marro en los fragmentos de roca grandes, una vez que se ha explotado la mina. Entre sus variedades están el traslúcido, negro (muy cotizado), transparente, de fuego, matrix (con parte de la roca madre), boulder (en roca) e hialita. Una vez extraídos se someten a procesos manuales de pulido, tallado y calibrado para obtener gemas casi inalteradas de su forma natural.
Según datos históricos, los aztecas utilizaban ópalos en artículos ornamentales y ceremoniales, y se le conocía con el nombre de vitzitziltecpal (piedra de colibrí) o tequetzalitzil (pedernal con plumas de colibrí), debido a la iridiscencia de la gema con la del plumaje del ave.