Danza de los Diablos, herencia africana en Oaxaca

*Eréndira Zavala C*

Foto: SoyOaxaca.

En la región de la Costa Chica, en Oaxaca, persiste una tradición que combina música, danza y simbolismo para narrar una parte poco visibilizada de la historia de México, la Danza de los Diablos. Un espectáculo cultural que recuerda la herencia afrodescendiente del país y la manera en que las comunidades han mantenido viva su identidad.

La danza de los diablos proviene de las raíces de la población africana traída a la Nueva España durante la época colonial, como mano de obra esclavizada para las haciendas cañeras y ganaderas de la costa. Siendo esclavos, sin muchas de sus costumbres, hallaron en la música y la danza una forma de resistencia, comunicación y preservación cultural.

En sus inicios, esta danza era una representación satírica del poder colonial, donde los “diablos” encarnaban la rebeldía, la burla a las figuras de autoridad y la firmeza para conservar su espíritu. Actualmente, la danza se lleva a cabo principalmente en el Día de Muertos y otras fiestas patronales.

Los danzantes, “diablos”, visten trajes de telas vistosas y máscaras de madera o cuero pintadas con colores intensos. Sus máscaras tienen cuernos, colmillos y expresiones exageradas para provocar asombro y diversión. El zapateo que realizan acompaña a la música y sus cascabeles y campanas marcan el paso.

Foto: Segob.

El personaje central es el “Diablo Mayor” o “El Terrón”, que dirige la danza, seguido de otros diablos con pasos ágiles y saltos. También aparece la figura de La Minga o La Minga Tía, un personaje femenino interpretado por un hombre que, con humor y picardía, interactúa con los espectadores. La música se interpreta con instrumentos como la charrasca, la armónica y el bote (tambor artesanal), con un ritmo acompasado y repetitivo que conecta con la raíz africana de esta tradición.

Hoy, la danza de los Diablos es una manifestación artística, símbolo de identidad para las comunidades afromexicanas de Oaxaca y Guerrero. Existen diversas agrupaciones y festivales que trabajan por mantenerla viva, transmitiéndola de generación en generación como parte del patrimonio cultural inmaterial de México.

Estas representaciones permiten descubrir un universo donde la historia, la alegría y la herencia se encuentran, cada paso recuerda que la cultura mexicana es un mosaico formado por pequeñas, grandes y únicas raíces indígenas, europeas y africanas que celebran, a través del arte y la tradición, su memoria.

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