*Eréndira Zavala C*
En todas las ciudades de nuestro país se encuentran calles con un sinfín de tradiciones y historia, una de ellas es el Paseo de la Reforma, en la CDMX, con una extensión de 12 kilómetros, es una de las principales avenidas de la capital y es también considerada como una de las más grandes llena de árboles, esculturas, monumentos y antiguas casonas, donde una gran mayoría de habitantes gusta de hacer un sinfín de actividades.
Esta avenida nació con el nombre de Paseo de la Emperatriz, en los tiempos de Maximiliano de Habsburgo y Carlota Amalia de Bélgica, nombrados emperadores de México por Napoleón III en 1864. La construcción de este Paseo se debió principalmente a la insistencia de Carlota puesto que Maximiliano se ausentaba del Castillo de Chapultepec -donde ambos residían- por las malas condiciones del camino que, en épocas de lluvia, hacían muy difícil su tránsito. Sin embargo, algunos historiadores señalan que el emperador no llegaba a su casa por la noche pues gustaba de la compañía de mujeres lo que provocaba discusiones con la emperatriz.
Es así que Maximiliano solicita la construcción de una vía en línea recta que comunicara el Castillo de Chapultepec con la Glorieta del Caballito, el cual se llamaría Paseo del Emperador; este encargo recayó en los arquitectos Carl Gangolf, Ramón Rodríguez Arangoiti y los artistas de la Academia de San Carlos, Felipe Sojo, Miguel Noreña y Santiago Rebull, quedando a cargo de la obra el ingeniero Luis Bolland Kuhmackl.
En primera instancia se consideró una fastuosa avenida con grandes arboladas, glorietas, camellones, fuentes y esculturas que dieron elegancia al nuevo imperio. Una primera sección fue bautizada con el nombre de Paseo de la Emperatriz, una vía que no llevaba a ninguna parte y que fue usada exclusivamente para los paseos ecuestres de la corte imperial.
A raíz de la lucha de Benito Juárez por recuperar la soberanía del país, el Paseo del Emperador suspendió sus obras, se cambió el nombre por Paseo Degollado y sus emperadores jamás pudieron disfrutarlo, pues la muerte sorprendió a Maximiliano y la locura a Carlota.
Es hasta después de la muerte de Juárez, que Sebastián Lerdo de Tejada continuó con las obras y fue entonces que se trazaron las glorietas, se amplió su anchura, se plantaron árboles, se colocó la estatua de Cristóbal Colón (hecha en París) y se bautizó con el nombre con el que ahora se conoce, Paseo de la Reforma. Más tarde, Porfirio Díaz completó el paseo dándole los elementos que hoy se conocen y colocando en 1910, el Monumento a la Independencia.
En México se guardan tradiciones que se encuentran ocultas no solamente en sus costumbres, sino también en sus calles…