*Eréndira Zavala C*
Esta época siempre evoca luces, calidez y colores, para quienes gustan de la decoración navideña Tlalpujahua es un lugar obligado para adquirir adornos y esferas; aquí un poco de la historia de ambos…
El uso de esferas como adorno navideño comenzó en la Edad Media cuando San Bonifacio de Maguncia, conocido como “el apóstol de Alemania”, descubrió la costumbre pagana de adornar un árbol sagrado (roble de Thor) con las pertenencias de los guerreros caídos, y cambió la tradición por un abeto que simbolizaba el amor de Dios, manzanas como recuerdo del fruto prohibido de Adán y Eva y velas representando a Cristo y la luz mundo; así las manzanas se convirtieron en las primeras esferas navideñas.
Las esferas de vidrio soplado nacieron, según se cuenta, en 1841 en Goetzenbruck, en Francia, en una fábrica de cristales de reloj cuando una baja producción de manzanas dejó a los pobladores sin decoración para su árbol y a un trabajador de la fábrica se le ocurrió usar ese material para elaborar bolas o esferas de vidro con tintes rojos que simularan las frutas.
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Tlalpujahua de Rayón, en el estado de Michoacán, fue fundado en el siglo XVI y hasta los años 50 su población se dedicó a la minería. Al cerrar la mina, familias emigraron a los Estados Unidos como Joaquín Muñoz Orta y su esposa María Elena Ruiz, quienes consiguieron trabajo en una fábrica de árboles navideños; cuando regresaron al terruño se les ocurrió poner un taller navideño e iniciar la producción de esferas de manera artesanal, creando la empresa “Adornos Navideños” transformada en un conjunto de fuentes de empleo, como La Casa de Santa y La Villa de Santa.
En Tlalpujahua, las esferas se elaboran con la técnica del vidrio soplado principalmente y se han incorporado distintas prácticas y materiales como aluminio, nitrato de plata, lacas, solventes, diamantinas, pinturas, entre otros. La producción de esferas inicia con un maestro soplador de vidrio que da forma a un tubo de vidrio, luego intervienen los plateadores y los decoradores, y finalmente entran los encasquilladores, quienes quitan la vara de vidrio de la esfera para colocarle un capuchón circular de alambre.
Los artesanos de Tlalpujahua, en los más de 450 talleres, elaboran más de 200 formas y tamaños de esferas, inventando más de 1000 decorados realizados de manera manual. De esta actividad dependen casi la totalidad de los habitantes del municipio, entre artesanos, trabajadores de la fábrica y prestadores de servicios quienes, en la época decembrina, muestran a los visitantes su trabajo y creatividad.
La Villa de Santa fue construida basándose en la principal calle de Baviera en Rothenburg, Alemania, como homenaje a los primeros artesanos de esferas; en ella se encuentran los adornos que pueden comprarse y en las noches, hay espectáculo de luces y sonidos, lo que le ha ganado a Tlalpujahua el nombre de “Pueblo mágico de la eterna Navidad”… una tradición que vale la pena visitar.