*Gaby L.C*
De textura rigurosa, en colores como azul, rosa, blanco y verde, y un sabor único, el dulce de colación es un ícono de las festividades decembrinas en México y que ha resistido al paso del tiempo conservando su sabor; aunque es muy difícil de masticar, al final del caramelo te sorprenderá con un delicioso cacahuate, y aquí te contamos un poco de su historia.
Uno de los datos más curiosos es que este dulce no tiene una forma regular, existen redondos, ovalados, rellenos, etcétera; es por ello, debido a su diversidad que se requiere probarlos todos para saber cuáles son las mejores. Su origen, se habla de su presencia desde 1840, pero su versión más común sobre su versión es de 1926.
Donde se cree que nacieron de la empresa llamada “Hispano-Mexicana”. Los dulces se hacían de forma artesanal y existía una gran variedad de ellos; era de la española Consuelo Anaya de Pérez y su esposo Fernando Pérez García; y entonces decidieron renovarla y un día, decidieron hacer un dulce de salvado, que resultó ser más duro de lo normal, pero con excelente sabor. Entonces lo llamó colación.
Cuando comenzó su distribución, las colaciones se volvieron un éxito. Desde entonces la colación comenzó a ser parte de las fiestas mexicanas y poco a poco se arraigó en la Navidad. Aunque hoy en día se dan otros dulces en los aguinaldos, las colaciones nunca pueden faltar.
Su presencia en las noches del 24 de diciembre, al arrullar al Niño Dios, lo convierte en un símbolo de fe y tradición. Los dulces de colación no solo representan una tradición mexicana navideña, sino que también conectan con generaciones al mantener vivas las costumbres de nuestros antepasados.
Con el paso de los años la receta adquirió modificaciones por lo que existen diversos tipos del dulce de colación, siendo las más conocidas “la lisa”, que se caracteriza por ser redonda con centro de cacahuate o cáscara de naranja o limón y “la fina”, que en su interior tiene rellenos costosos como piñón, nuez, avellana o almendra.