Eréndira Zavala C.

México, un país rico en historia, cultura y tradiciones, es testigo del papel que las mujeres desempeñan en la preservación y transmisión de su identidad cultural. A lo largo del tiempo, la mujer mexicana ha sido una figura clave en la protección, perpetuación y difusión de las costumbres y tradiciones que definen a la nación. Desde las antiguas civilizaciones hasta la actualidad, las mujeres han sido guardianas de una riqueza cultural que sigue vigente, adaptándose a los tiempos modernos sin perder su esencia.
En las civilizaciones mesoamericanas como la azteca, la maya y la zapoteca, las mujeres eran las únicas responsables de aspectos de la vida cotidiana y encargadas, además, de transmitir sus conocimientos sobre la agricultura, la medicina tradicional, las creencias religiosas, las canciones, mitos y leyendas para mantener viva la historia oral y las usanzas de sus pueblos, transmitiéndolas a sus hijos y formando parte de las celebraciones, manteniendo así la conexión entre la familia.
Con la llegada de los españoles, las mujeres mexicanas debieron adaptarse a nuevas estructuras sociales, pero sin perder su vínculo con la herencia prehispánica. Durante la colonia, las mujeres mestizas y criollas conservaron las costumbres, especialmente en las áreas rurales, donde se mantenían las prácticas indígenas a través de la religión, la comida, la música y el arte popular.
Hoy en día, la mujer en México sigue siendo una de las principales guardianas de las tradiciones y costumbres, participando en festejos como el Día de Muertos, las fiestas patrias y las posadas, organizando las festividades y rituales, preservando las danzas folklóricas, las artesanías y los cantos tradicionales que dan vida a las comunidades, las mujeres consolidan el legado cultural mexicano. El arte culinario es conservado gracias a recetas ancestrales que han sido transmitidas por generaciones, como la preparación de tamales, mole o tortillas.
Pero a pesar de su importante rol, las mujeres mexicanas también han enfrentado las estructuras patriarcales y las desigualdades de género que buscan limitar su participación activa en diversas esferas de la sociedad. El movimiento feminista ha permitido que no solo se conviertan en defensoras de las tradiciones, sino que también cuestionen las normas ancestrales que persisten en la discriminación de género.
El papel de la mujer como guardiana de las tradiciones es un testimonio del amor por su cultura, de su capacidad para adaptarse y transformar esas tradiciones, manteniéndolas vivas en un mundo en constante cambio y en la construcción de un México que respete y valore su rica herencia cultural.