Coatetelco: la fiesta del pescado y el canto del agua

*Eréndira Zavala C.*

Foto: Vía Redes Sociales

En el estado de Morelos, existe un pueblo de descendencia indígena náhuatl, rodeado de agua y montañas, llamado Coatetelco, que cada año, en el mes de noviembre, lleva a cabo la Fiesta del Pescado, en una mezcla de tradición, sabor y el ritmo del agua y la espiritualidad del lugar.

Coatetelco es un lugar pequeño sin grandes notas de turismo ni rutas masificadas; sus visitas son tranquilas, con las lanchas de los pescadores meciéndose suavemente en la laguna y las historias contadas alrededor de fogatas. La Fiesta del Pescado se celebra como un homenaje a la laguna y sus bendiciones, entrelazando elementos rituales, gastronómicos y de la comunidad, para respetar y agradecer.

El día señalado, muy temprano, los pescadores regresan con las capturas del día, sus lanchas llenas de mojarra, carpa y tilapia. Mientras, en el centro del pueblo, las mujeres repasan las recetas que han pasado de generación en generación, con el ajo, el epazote y el maíz recién molido para preparar los platillos típicos de la fiesta como la mojarra frita, el caldo de pescado, el tlatonile (similar al pipián) o los tamales de charal.

Además, sus habitantes se visten con atuendos tradicionales y se presentan grupos de danza, como la más representativa llamada Tecuanis, que figura una caza de animales salvajes usando trampas, en lengua náhuatl, y enfrentando a un espíritu del bosque. Otras danzas que se ofrecen son Los vaqueritos (la vida de los rancheros y la domesticación de un animal) y Los moros (batalla entre cristianos y moros).

Toda la comunidad participa activamente en esta fiesta, las familias cocinan juntas, los jóvenes participan en las danzas y los ancianos cuentan cómo era la laguna en una época anterior; una tradición que refuerza los lazos entre quienes la viven.

La esencia de la Fiesta del Pescado es el sentimiento de gratitud a la laguna, que siempre los acompaña en las alegrías, las dificultades y las esperanzas; por eso la honran, y no solo a ella sino también al maíz y a la tierra, y les brindan pequeñas ofrendas, palabras antiguas y gestos de respeto como les enseñaron sus ancestros.

Coatetelco es un lugar para disfrutar de la calma y el silencio, rodearse de naturaleza y encontrarse respetuosamente con antiguas tradiciones.

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