*Eréndira Zavala C*
En México, como en otras partes del mundo, el 19 de junio o el tercer domingo de junio (lo que pase primero) se celebra el día del padre, una tradición creada para complementar el día de la Madre.
Este día tuvo su origen en 1909 en la ciudad de Washington en los Estados Unidos, con la iniciativa de una mujer llamada Sonora Smart Dodd, quien inspirada por la celebración a las madres que apenas tenía dos años de celebrarse, quiso homenajear a su padre, un veterano de la Guerra Civil, Henry Jackson Smart quien había criado en solitario a ella y a sus cinco hermanos. Ella quería destacar y dar a conocer el papel, que no solo su padre sino también aquellos que como su progenitor cumplían el doble rol de padre y madre.
La idea fue bien recibida y se difundió con éxito, fue hasta 1966 que el presidente Lyndon Johnson proclamó el tercer domingo de junio como Día del Padre en los Estados Unidos. Dada la cercanía e influencia de este país sobre el nuestro, en México comenzó a celebrarse este día en la década de los años cincuenta, bajo la iniciativa de la señora Carmelita Tostado, para recordar a su esposo y padre de sus hijos.
En Europa, en países como España, Italia y Portugal, el Día del Padre se celebra en honor a la figura de San José el padre de Jesús, por ser considerado uno de los padres terrenales más relevantes en la historia de la religión. Por ello la celebración se realiza el 19 de marzo de cada año, el mismo día de las festividades del santo.
Esta fecha pretende resaltar la importancia de la figura paterna en la vida de las personas, destacando su rol en la integración y el mantenimiento del núcleo familiar.
Tradicionalmente la figura paterna se asocia con la figura de autoridad, de respeto, quien impone la ley en el seno familiar, el que sabe o el que supuestamente sabe, el que protege, el que cuida, el que brinda seguridad por su mayor fortaleza. Además, es el que sirve de modelo a los hijos para el ejercicio posterior de su paternidad.
Que sea esta pequeña reseña, una invitación para reflexionar en el enorme e importante papel que los padres (ya sea uno o los dos) jugamos en la vida de nuestros hijos, seamos valientes al enseñarles con amor y dotarlos con las mejores herramientas para afrontar y disfrutar el camino que tienen por delante.