Miguel Hidalgo, Padre de la Patria de México fusilado tras derrotas en Aculco y Guanajuato

*Redacción*

Foto: Ilustrativa.

Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte y Villaseñor, mejor conocido como Miguel Hidalgo, es un personaje de la historia de México quien recibió el nombre del “Padre de la Patria”, ya que fue el promotor del levantamiento armado que terminó por darle independencia a la Nueva España, la colonia más grande del Imperio Español en América.

Miguel Hidalgo nació el 8 de mayo de 1753 en la hacienda de San Diego de Corralejo, Pénjamo, en el estado de Guanajuato. Fue educado bajo la formación jesuita, de las más amplias y profundas a las que en esa época se podría tener acceso. Ahí aprendió latín, derecho y estudios sacerdotales, designado como tal en 1803, en el pueblo de Dolores, donde tuvo contacto con los primeros insurgentes.

Para el 16 de septiembre de 1810 y con la conspiración recién revelada, el cura Hidalgo se dirigió a la parroquia de Dolores para convocar al levantamiento que generó la guerra de independencia en México; pero, a menos de un año de este evento, el “Padre de la Patria” fue fusilado por el ejército realista en Nueva Vizcaya, hoy estado de Chihuahua el 30 de julio del año siguiente.

Después de las derrotas insurgentes en Aculco y Guanajuato, para el cura de Dolores y su tropa llegó el desastre de la batalla del Puente de Calderón, cerca de Guadalajara, Jalisco, el 17 de enero de 1811. Este triunfo realista, más la deserción de muchos combatientes, fue causa de la decisión de los caudillos de marchar hacia el norte para buscar ayuda en los Estados Unidos. Nunca pudieron llegar: perseguidos, acosados por las tropas realistas de Félix María Callejas, los jefes insurgentes Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama, Mariano Jiménez y Mariano Abasolo fueron hechos prisioneros en las Norias de Baján, Coahuila, por el coronel Ignacio Elizondo.

Los ilustres prisioneros fueron conducidos hasta Monclova y, después, a Chihuahua. Ahí, se les formó causa de infidencia. Fueron fusilados por la espalda, como traidores, Allende, Aldama y Jiménez, el 26 de junio de 1811.

A Hidalgo se le sentenció a morir el 26 de julio, pero la ejecución fue aplazada porque primero se le tuvo que despojar de su carácter sacerdotal.

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