Alfeñique

*Eréndira Zavala C*

Foto: Ilustrativa.

En nuestro país, la época de Día de Muertos trae consigo toda una serie de tradiciones con las que se regocijan los sentidos, incluido el gusto por los dulces propios de la fecha.

De acuerdo con el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, “alfeñique” es una palabra que proviene del árabe y se define como una persona delicada de cuerpo y complexión y también comouna pasta de azúcar cocida y estirada en barras muy delgadas y retorcidas.

Los alfeñiques mexicanos son resultado del sincretismo que funde las costumbres y técnicas prehispánicas con las españolas, de quienes heredaron, asimismo, costumbres árabes. Se cuenta que, en la época prehispánica, los aztecas hacían figuras de amaranto y otras pastas comestibles con forma de cráneos (derivado del Tzompantli, formado con los cráneos de los guerreros caídos en batalla), para regalar a sus seres queridos y también ofrendarlas para sus muertos; con la llegada de los españoles prohibieron el uso del amaranto e impusieron el alfeñique, realizado con azúcar de caña, que era desconocida en nuestro continente.

Foto: FRAGMENTO DE UN TZOMPANTLI

En la época de la Colonia, la tradición del dulce de alfeñique se enraizó en la costumbre ideada por las monjas de los conventos para regalarlo en los meses de noviembre y diciembre en las celebraciones del día de muertos, las posadas y la cena de navidad. Sus formas más comunes eran calaveras, ataúdes, ángeles, animales varios y frutas.

En la actualidad, este dulce es elaborado de distintas maneras en cada estado de la República, por ejemplo: en Puebla con almendra, el cacahuate o la semilla de calabaza mezclados con azúcar y huevo al estilo del mazapán; en Oaxaca, son hechos de azúcar cristalizada con miel en el centro; en el Estado de México, se preparan con azúcar harinosa, clara de huevo y chaucle o raíz de papaloquelite; en la CDMX se hacen las calaveras de azúcar natural, de chocolate y paletas con forma de calaveras; en Guanajuato, son caramelos artesanales hechos a base de azúcar de caña cernida.

A través de las ofrendas, con los alfeñiques evocamos a los seres queridos que han adelantado su camino; con sus colores, figuras, brillos y sabores en forma de calaveras, frutas, cajas de muertos o sepulcros, coronas, cruces y muertitos, los alfeñiques también nos recuerdan a los vivos que, en este mundo, lo único seguro que tenemos es la muerte.

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